11 diciembre, 2012

Por un puñado de euros


   Llevamos 15 días de la huelga indefinida "sui generis" de médicos, a la que; con legitima autoridad moral, nos convocó AFEM (Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid).

  A esta convocatoria se han unido los diversos sindicatos en mayor o menor medida, y la apoya en la actualidad prácticamente todo el mundo excepto el Gobierno de la CAM (Comunidad Autónoma de Madrid), enemigo duro de roer donde los haya, ya no se sabe si por autentica autoconvicción de que están haciendo lo "único" que se puede hacer; su famosa "externalización" de la gestión de 6 hospitales y 27 centros de salud de la red pública sanitaria, dentro del Plan de Medidas de Garantia de la Sostenibilidad del Sistema Público de Salud, o por sospechoso nepotismo hacia las empresas candidatas a apoderarse de lo que empieza a parecerse, dada su perseverancia en el empeño, a un apetitoso botín.

   Aunque desde el principio el seguimiento ha sido desigual, el elemento sorpresa ha jugado a nuestro favor. Nosotros no estamos acostumbrados a una huelga indefinida, pero ellos tampoco se la esperaban. Y aunque no masiva si ha sido lo suficientemente intensa y contundente tanto desde hospitales como desde atención primaria para que, unido a las multitudinarias y multiples manifestaciones, hayamos conseguido ponerles nerviosos. Tan es así que ya han empezado a hacer alguna concesión, casi inevitable, al diálogo y parecen dispuestos a escuchar las propuestas alternativas a su "Plan" que en estos últimos días nuestros representantes están elaborando.

   No obstante, no podemos caer en la trampa que nos están tendiendo: Citan a los representantes de Atención Primaria por aquí y a los Jefes de Servicio de hospitales por allá, tratan de dividirnos y quieren ganar tiempo para que el día 20, dentro de 9 días, con la firma de los presupuestos de 2013, el Plan de Medidas mencionado; que va incluido en los mismos, se convierta en un hecho consumado que, unido al desgaste de casi un mes de huelga, dé al traste con nuestro objetivo. Y este no es otro que retirar del "Plan" esa "necesaria" externalización. Dejemonos de momento de protagonismos y de divisiones; todo a su debido tiempo.

   Paradójicamente ahora, despues de todo lo ganado, cuando deberíamos hacer explotación del éxito e intensificar nuestras acciones, las fuerzas han empezado a flaquear y aumentan a diario las deserciones.

   Yo, que no soy nadie, solo un médico de atención primaria más, desde mi pequeño y recóndito foro y con la sola autoridad que me conceden mis 34 años luchando por la profesión y mi firmeza en el mantenimiento de la huelga, me atrevo a pedir a todos; firmes, desfallecidos y aun no incorporados, que renoveis fuerzas y, haciendo nuevamente uso del elemento sorpresa, que participemos aun en un mayor numero en la huelga, cuando ellos esperan lo contrario, que intensifiquemos los encierros y las manifestaciones, e ideemos otras medidas cuanto más activas mejor.

   Por último, dirigido a los que consideran que no pueden permitirse ver como su salario queda reducido a la mínima expresión: ¡Por favor! Que esa no sea ni la única ni la principal causa de vuestro abandono. No tengais miedo a lo desconocido para la gente honrada; no tener para pagar ¡pues no se paga y basta! (nuestros contrincantes son expertos en eso). No es tan grave deber un poco o un mucho por un tiempo, si tras ello existe una causa justa. Perdemos sueldo pero no el trabajo, no vamos a la carcel, no nos juzgará la inquisición, no nos amputarán los miembros, no nos quitan la custodia de los hijos...

   El que no tenga algún ahorrito tendrá que pedir a la familia o a los amigos; que igual están peor que nosotros, nos cargarán intereses de demora en el banco, en algun momento nos sonrojaremos, nada de Reyes este año, adiós capricho, adiós viaje..., pero ese estado de morosidad pasajera habrá merecido la pena, porque TODOS JUNTOS vamos a ganar y podemos ganar muchísimo, porque en estos próximos nueve días podemos decidir nuestro futuro. Seguimos teniendo la fuerza porque SOMOS MUCHOS y NOS NECESITAN. Y todo eso a muy bajo coste: solo por un puñado de euros.

 Alfredo Falcó Sales, 2012

06 diciembre, 2012

Lasquetty quiere hablar con los sanitarios


   En esta guerra que el personal sanitario tenemos entablada con la CAM, como en otras guerras, hay que saber valorar los efectos que las distintas contiendas producen en el enemigo y, a la mínima señal de debilidad, explotarla en nuestro beneficio.

   El tal Lasquetty; que en mi modesta opinión parece más un "hombre de paja", que sigue las directrices que le marcan desde arriba o por detrás o, sin dejar de tener gracia, desde abajo, ha pasado de ese soberbio "ni hablar del asunto" al remilgado y condescendiente "bueeeeno, vamos a hablar".

   Es verdad que manifiesta seguir en sus trece de llevar el plan adelante, pero ya se va pareciendo más a una pose que a una autentica posición inamovible. Leyendo entre lineas se entiende mejor y para ello elijo el diario El Mundo.es de hoy.
   ...Por otra parte, el consejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, ha anunciado que iniciará contactos con los responsables de los hospitales públicos para que estos formulen propuestas de ahorro, pero ha señalado que piensa mantener la externalización de servicios, ya que es "necesaria".
   Por un lado anuncia que iniciará contactos; eso suena a llamar a los representantes del colectivo en conflicto a una mesa de negociación; comete el error de bulto de hablar de ahorro; que no, señor Lasquetty, nosotros si podemos llamar asi a lo que ustedes pretenden, usted debe decir uso racional de los recursos, por otro lado pide disculpas  "por tener que ser tan malo", y no es la primera vez en los últimos días, pero, claro, es que la externalización es necesaria.
   ...el consejero ha dicho que pretenden buscar "juntos la solución para el ahorro que necesitamos en el gasto sanitario".
   Ahora ya vamos juntos ellos y nosotros y otra vez la pifia del ahorro. Y continua...
...Lasquetty ha puntualizado que dialogarán sobre los aspectos donde creen que se puede mejorar la eficiencia del gasto, pero ha afirmado que esto no paralizará el plan para trasladar la gestión de ciertos servicios de los hospitales a empresas privadas.
   "Abiertos" al dialogo y ya no se gestiona integramente el hospital solo "ciertos servicios". Y continua...
"Es una medida necesaria, ya hemos demostrado en tres hospitales públicos madrileños que funcionan bien", ha argumentado el consejero, quien ha añadido que esta medida supone un ahorro para el año que viene y "los años futuros".
   De nuevo ese "medida necesaria" exculpatorio y a vueltas con el ahorro.
"Creemos que es hora ya ahora que concluye una huelga de ponernos todos a trabajar todos juntos para lograr esa sostenibilidad y mantener la sanidad pública con los niveles de sanidad que tenemos", ha comentado el responsable regional de Sanidad.
  Abundando en lo "bien" que vamos a trabajar juntos y un piropo al trabajo que venimos realizando.
No obstante, Lasquetty ha asegurado que la Comunidad de Madrid es consciente "de la preocupación de muchos profesionales de la sanidad madrileña", especialmente aquellos con contrato eventual que vence el 31 de diciembre, por las consecuencias que las medidas del Plan de Sostenibilidad de la sanidad, que entrará en vigor en 2013, tiene "en su forma de trabajar".
   Este parrafo es el más malintencionado de todos, ya que intenta desviar los autenticos motivos de la huelga y las movilizaciones a temas puramente laborales y ese último envenenado "su forma de trabajar" se presta a un buen puñado de interpretaciones. Se defienden como gato panza arriba.

   Resumiendo, en mi muy modesta opinión: creo que están "acongojados". Las numerosas y multitudinarias manifestaciones, la perseverancia de un importante contingente médico en la huelga indefinida, el apoyo explícito del colegio de médicos, sociedades científicas y de una buena parte de la ciudadanía..., les ha obligado a replegarse y a suavizar esa prepotencia que creían inmutable en olor de multitudes del resultado de las recientes elecciones.

   Convencido estoy de que la manifestación a la que asistí ayer frente a la Asamblea de Madrid es reflejo y causa de lo que aqui manifiesto. El despliegue policial fue desmesurado; solo faltaban tanquetas y coches manguera. Probáblemente conseguimos prolongar la jornada laboral de la Asamblea más allá de lo que están habituados. Si hubiéramos permanecido allí toda la noche, posiblemente no hubieran podido abandonar el edificio; a no ser que dispongan de un sistema de tuneles de fuga o similar. Además con la múltitud ya algo más enfervorizada, por primera vez se produjeron incidentes con las fuerzas de orden público.

   Nuestra estrategia es mantenernos firmes en nuestras reivindicaciones y en nuestra posición. Ambos contendientes esperan el desgaste del otro, reconozcamos que en nuestras filas empieza a haber algún desfallecimiento, pero si conseguimos mantenernos firmes solo un poco más, y aunque solo sea porque NOS NECESITAN MAS QUE NOSOTROS A ELLOS, tenemos la victoria asegurada, siempre que no olvidemos que nuestro objetivo principal e inmediato es FRENAR EL PLAN DE GARANTIA DE SOSTENIBILIDAD DEL SISTEMA PÜBLICO DE SALUD DE LA COMUNIDAD DE MADRID, y no otro.

 Alfredo Falcó Sales, 2012

02 diciembre, 2012

Ganado humano




   Para mi desgracia o mi suerte; vete a saber, además de mis estudios de medicina tengo casi dos años de veterinaria. En mi segundo año en esa facultad madrileña tuve conocimiento de asignaturas fráncamente interesantes. Mi preferida era la anatomía comparada, pero la que despertó especialmente mi interés fue la zootecnia.

 Se define ésta como: "ciencia que estudia diversos parámetros para el mejor aprovechamiento de los animales domésticos y silvestres, pero siempre teniendo en cuenta el bienestar animal ante todo y si estos seran útiles al hombre con la finalidad de obtener el máximo rendimiento, administrando los recursos adecuadamente bajo criterios de sostenibilidad".

   ¿No os suena esto de algo?

    ¿Y esto otro? "La ganadería es una actividad económica de origen muy antiguo que consiste en el manejo de animales domesticables con fines de producción para su aprovechamiento".

   A pesar de la curiosidad que pudiera despertar en mi esa actividad, hace muchos años sentí la llamada de la medicina, que decidí cambiar por la ganaderia o la zootecnia.

   Los cambios sociales de los últimos decenios, la socialización de la medicina, la medicalización de la sociedad, la intervención del estado en la prestación de servicios médicos, la universalización de la misma, han convertido al médico de profesional liberal a asalariado; han politizado la oferta de servicios médicos al ciudadano, convirtiendola en moneda de cambio electoral a base de promesas generalmente incumplidas o solo cumplidas parcialmente; y el paciente ha pasado de tener una consideración individual a la numeral como parte de un colectivo.

   A pesar de la resistencia de la mayor parte de los médicos clínicos que, bajo el lema "no hay enfermedades sino enfermos", seguimos practicando una medicina cercana al individuo, aun no del todo deshumanizada, esa intima relación médico-paciente se resiente a base de protocolos, guias clínicas, tablas de riesgo relativo, NNT...; convirtiendose en más técnica en detrimento del ars médica con un enfoque más humanista.

   El más reciente concepto de salud como el completo estado de bienestar físico, psiquico y social; choca con el abordaje de la enfermedad que El Estado propicia, masificando la atención médica y reduciendo progresivamente los presupuestos, con el consiguiente incremento de demora en las listas de espera y el retraso en el diagnóstico concluyente y/o la intervención curativa, incrementandose asi las practicas paliativas, a menudo peligrosamente prolongadas, y dando prioridad a la medicina efectista tecnológica, sobre la atención continuada y rehabilitadora. Se dan asi las condiciones para progresar en la continua sustitución de una medicina más humanista por otra más técnificada; aunque lo más conveniente sería observarlas como dos vertientes no mutuamente excluyentes. Sin embargo, macroeconomistas y estadistas tienen esa visión más agropecuaria de la humanidad y sus consignas van dirigidas a convertir al médico en zootecnista

   Las ideas que en Sanidad quiere aplicar El Gobierno de La Comunidad de Madrid están guiadas bajo esa concepción. A ello se une la prepotencia con que pretenden ponerlas en practica, sin contar para nada con quienes más podemos hacer en pro de mejorar la deteriorada situación actual. Por eso nos encontramos en HUELGA INDEFINIDA. Porque inevitablemente muchos logros de los colectivos se consiguen mediante la revolución de la masa; sobre todo cuando hay una sola idea unificadora, me uno a ella abandonando momentaneamente mi individualidad bajo el lema FRENAR EL PLAN DE MEDIDAS DE GARANTÍA DE LA SOSTENIBILIDAD DEL SISTEMA SANITARIO PÚBLICO DE LA COMUNIDAD DE MADRID.

   No obstante, no puedo entender en esta, como en otras huelgas médicas anteriores, esa reticencia a llevar adelante reivindicaciones profesionales y laborales. Tenemos tendencia a disfrazarlas de exclusivas reivindicaciones sociales, para que quede bien claro que todo lo hacemos por el bien del paciente, como si tuvieramos que revalidar permanentemente lo que debería ser un hecho indiscutible.

   Por mucho que hayan cambiado las cosas en los últimos tiempos, el ejercicio de nuestra profesión; al menos en lo que respecta al médico clínico, sigue sustentandose en la relación médico-paciente. Del mismo modo, aunque desde hace mucho no se lleva a cabo el rito del juramento hipocrático; cuyos preceptos por otro lado están hartamente obsoletos, no quiere decir que nuestro ejercicio no conlleve implícita la presunción de realizarse bajo el más estricto código deontológico; y sobre esto no debe caber ninguna duda, como no dudamos de la honorabilidad del notario o de la imparcialidad del juez. Estamos hablando del equivalente en la milicia de ese "valor, se le supone".

   Soy un profesional y soy un asalariado. Con relación a lo primero, he visto como el ejercicio de mi profesión y, por tanto, mi figura como médico de atención primaria, se ha ido desdignificando; en este caso, dentro del marco de la sanidad pública. Respecto a mi condición de asalariado, la perdida de poder adquisitivo de los últimos veinte años ha sido comparativamente muy superior a la de otros profesionales cualificados. No tengo ningún motivo para pensar que nada de esto vaya a mejorar si la gestión del sistema sanitario pasa a manos privadas, aunque reconozco que no puedo evitar la tentación de pensar: y si...

   Con toda honestidad debo insistir en mis legitimas reivindicaciones: MEDICO DIGNO, MEDICINA DIGNA, PACIENTE BIEN ATENDIDO Y DIGNIFICADO EN LA FRAGIL TESITURA DE LA ENFERMEDAD.

   Todas las demas reivindicaciones creo que competen más a los propios usuarios, los agentes sociales, ONGs, etc. para las cuales cuentan, por supuesto, con todo mi apoyo.

   Por último dos sentencias históricas por si hay quien sienta que pueda ser de su incumbencia:

"El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad posible y mayor suma de estabilidad política.” Simón Bolivar, Angostura, 1819
Por caro que parezca el Seguro Social es menos gravoso que los costos de una revolución” Otto von Bismarck, 1883

 Alfredo Falcó Sales, 2012

28 noviembre, 2012

¡La huelga es salud!



   En nuestro acervo cultural hay algunas frases hechas que me caen especialmente mal. Por ejemplo, "sobre gustos no hay nada escrito"; que, además de falsa, suele esgrimirla alguien para quien la palabra refinamiento está relacionada con la industria petroquímica. Pero la peor con mucho es "el trabajo es salud". Ésta además de falsa  tiene ese tufillo ultraneoliberal estajanovista, no exento de ciertas dosis de humor negro que, aplicada a la actividad diaria del médico de atención primaria, alcanza caracter autenticamente malsano; permítaseme la paradoja.

   Esto, que siempre me ha parecido una simple apreciación personal, parece venir respaldado por ciertos trabajos acerca del mayor riesgo del médico, y concretamente del médico general, de padecer de ciertas patologías, que muchas de ellas facilmente pordrían ser incluidas en el catálogo de enfermedades profesionales.

   Pues bien, hoy he concluido mi tercer dia de huelga. He desarrollado una actividad frenética. Durante esas casi setenta y dos horas pasadas, me he movido intensamente en todos los médios de transporte, incluido varias decenas de kilometros a pie, he participado en todas las manifestaciones posibles coreando, pitando, bocinando, saltando, riendo... Me he encerrado toda una noche en mi centro de trabajo. Me he subido en varias ocasiones tres pisos por una escalera, de esas verticales metálicas con quitamiedos, hasta la azotea para colgar una jodida pancarta que se resistia a quedarse en posición visible a causa del viento. Me he dedicado a consultar en los medios todo lo que se cuece alrededor de nuestra movilización. He dormido solo unas pocas horas y he malcomido. Hoy he estado en las dos reuniones del colegio de Medicos y en la concentración de la plaza anexa durante toda la mañana. Tengo las huellas dactilares borradas y me lloran los ojos de tanto whatsapp; acabaré loco de tanto oir tin-tan, tin-tan, tin-tan.

   Lo más importante, estoy disfrutando de todo esto compartiendolo con compañeros de los que desde hace tiempo pensaba que ya nos unía bien poco. No me engaño, seguiran existiendo diferencias y es posible que la fuerza de lo que hoy nos une se desbarate más adelante, pero quedará en mi memoria sentimental.

   Todo esto me ha hecho recuperar la ilusión que casi daba por perdida y me ha rejuvenecido un buen puñado de años (no diré cuantos). Tan es así que hasta creo que podría ser, con mucho sacrificio y esfuerzo pero, al final, la consigna tan coreada esta mañana "¡¡¡SI SE PUEDE!!!" podría convertirse en realidad.

   Mañana cuarto día de HUELGA INDEFINIDA, es posible que no pueda afrontar algunos pagos, pero que más da si, tal como estoy sintiendome estos días, "¡LA HUELGA ES SALUD!".


Alfredo Falcó Sales, 2012
   

24 noviembre, 2012

Sin miedo a la privatización



  Me considero un hombre de izquierdas; si es que eso todavia significa algo. Creo que tiene que existir una sanidad pública de calidad, llevo más de treinta años dedicado a ello, pero no me asusta la posibilidad de trabajar para la privada.

   Esa corriente actual de demonización de la sanidad privada tiene, en primer lugar, una vertiente como minimo ofensiva. Yo, de ser un colega de los que trabajan en ese medio, empezaría a estar mosqueado. El mensaje subliminal es que la medicina pública es excelente y la privada una cagada o, lo que es peor, inmoral. Incluye también la mágica convicción de que la privatización va acompañada de un ritual iniciatico que convierte a un buen médico en un mal profesional.

   En segundo lugar tiene otra vertiente mágico-agorera consistente en una cascada de "alomejores". Es la respuesta que obtengo cuando a algún compañero, en mi papel de abogado del diablo, le manifiesto mi no excesiva preocupación en caso de que me privatizaran: a lo mejor te bajan el sueldo, a lo mejor tienes que ver más en consulta, a lo mejor tienes que trabajar más horas, a lo mejor... Mi réplica siempre es la misma: es que ahora no tengo un "a lo mejor", tengo un muy real "de lo peor".

   Si he de ser sincero, lo que a mi me gusta es la medicina, y eso poco tiene que ver con politicas ni razas ni condiciones sociales. Claro que tengo una ideología y unas creencias o descreencias, pero cuando me encuentro cara a cara con mi paciente me limito a ejercer mi profesión. Tengo muy claro cual es la misión que me he trazado, y la ejercería igual en una chabola de un pais subsahariano que en un despacho de lujo en Chicago. Claro que hay condicionantes, pero si tu ética profesional se mantiene indemne y no te dejas distraer por ello, al final estamos solos el enfermo, la enfermedad y el médico.  Asi llevo intentandolo todos estos años, y lo vengo haciendo ya no en contra de los condicionantes sino de los impedimentos que me pone el propio Sistema Nacional de Salud.

   Siendo verdad que, bajo una visión global, el sistema sanitario del Pais ha mejorado, también es verdad que el médico, concrétamente el de atención primaria no ha hecho más que ir de mal en peor, y, aunque cada cual es responsable de su propia biografía, no entiendo como todavía hay colegas que niegan este hecho comprobado. Sería absurdo que hiciera una relación de todo aquello en lo que hemos emporado y de la penosa situación a la que hemos llegado porque ocuparía el equivalente a varios folios. De todos modos: no hay peor ciego que el que no quiere ver.

   Suponiendo que estámos de acuerdo en ese deterioro progresivo, que además parece no tener freno, no entiendo ese empeño en defender el modelo actual. Si ni siquiera los propios pacientes lo defienden. Y si no, ¿que significa que se haya incrementado notablemente el número de los que optan por un seguro médico privado; independientemente del nivel económico,  para luego utilizar este o el público según su conveniencia? En esto se han adelantado a las intenciones del actual Gobierno.

   Si queriamos una sanidad pública de calidad, el acicate para ello debería de haber sido la primera muestra de deterioro, algunos lo venimos anunciando y reclamando asi desde hace muchos años. Ahora es precisamente el momento más inoportuno de reivindicar la sanidad pública porque si ganamos es volver a como estamos y que nadie sueñe en recuperar todo lo perdido en tanto tiempo.

   No hay quien desee que los más necesitados queden desasistidos y habrá que buscar formulas para que tanto estos como el resto de la  población reciban un trato equitativo y de calidad, y eso se puede conseguir legislando. Si la ley es sólida, completa, detallada, evitando cualquier tipo de perversión interpretativa, en principio me importa bien poco quien la lleve a cabo, porque tendrá que cumplirla.

   De modo que ir a manifestarse y hacer la huelga todos los trabajadores de la sanidad codo con codo, en defensa de una sanidad pública, no deja de llevar una cierta dosis de cinismo. Puede ser que nos venga bien mantenernos unidos de momento para hacer más bulto, pero en nuestro fuero interno lo que pretendemos es salvar nuestro culo y, desgraciadamente continuaremos estando divididos hospitales y Atención Primaria y, dentro de esta los distintos estamentos.

   Por tanto, mis reivindicaciones como médico de atención primaria, no pueden ser otras que aquellas que supongan mejora salarial, dotación de los medios adecuados para desempeñar mi tranbajo, grado de jerarquización y de responsabilidad correspondiente reales, asi como clara definición de las funciones de cada estamento y un programa de formación continuada. Que no se preocupen los enfermos, que si yo estoy bien y puedo desempeñar mi trabajo en óptimas condiciones, todos ellos se beneficiaran.

   Aun asi en los proximos días haré huelga; por congruencia con tantas otras luchas frustradas. Pero, si me dejára guiar por el cerebro, no iría. Si voy lo hago dirigido por otros de mis organos "nobles"

 Alfredo Falcó Sales, 2012

20 noviembre, 2012

¿Seis minutos?

   De nuevo me ha sucedido: llevo veinte días atascado. No, no se trata de nada que se solucione con un buen enema. La culpa la tiene el haber audiovisionado el video Seis Minutos

   Que quede claro que aplaudo la iniciativa, que me parece una buena realización y que proporciona una visión bastante aproximada y realista de la Atención Primaria en nuestro pais.

   Lo he pasado varias veces para tratar de averiguar por que, sin embargo, me ha dejado ese desagradable regusto. Por fin he llegado a la conclusión de que; como en cualquier guiso que no queda redondo, le sobran algunos ingredientes y le faltan otros. Le sobra, por ejemplo, tono de corrección pólitica; aunque no dudo que, si se hubiera realizado tras los recientes cambios del Plán de Sostenibilidad, éste habría adquirido otro cariz. Le falta una buena dosis de autocrítica, como pasaré a comentar más adelante. Tampoco esa pregunta abierta del final dirigida al paciente sobre lo que está dispuesto a hacer por la Atención Primaria, resuelve un asunto siempre pendiente: por muy alto grado de satisfacción que arrojen las encuestas, éstas se realizan siempre en base a un modelo preestablecido, como si fuera el único pósible; seguimos creyendonos los únicos dotados para saber lo que necesitan, a menudo sin preguntarles que es lo que de verdad desean y esperan de nosotros.

   Son tantas las reflexiones que me han surgido a raiz del dichoso video que he tenido que reescribir esto no menos de diez veces. En unas ocasiones he rectificado el tono para no herir sensibilidaes innecesariamente. En otras, desapercibídamente, a base de filosofar sobre nuestra especialidad, me he salido de contexto. En las más de ellas me he extendido tanto que resultaba dificil de condensar y, por tanto, impublicable. Al final me he encontrado con una notable cantidad de material del que podría salir un libro; cosa que no descarto y que he guardado; como los archivos de Wikileaks, por si me resulta útil en un futuro, y haciendo un "metaanalisis" del mismo creo haber descubierto al fin que es lo que le da ese mal sabor a este guiso: LA HIPOCRESÍA.



   Aunque la hipocresía ha existido siempre, con el tiempo, ha pasado de ser objeto de condena en muchas creencias (Jesucristo califica en varias ocasiones de hipócritas a los fariseos y escribas) a ser considerada por algunos moralistas de la actualidad, cuando no una cualidad plausible, al menos si como una serie de reglas para valerse por el mundo.

   Nos encontramos inmersos en la hipocresía bajo todas sus formas, hipocresía "sensu stricto", doble moral, simulación, disimulo, mentira, autoengaño... Tenemos buenos maestros en nuestros lideres y nace de nuestro propio egoismo y de nuestra inseguridad. Nos la transmitimos de unos a otros por ósmosis. Es tremendamente peligrosa porque nos ciega hasta el punto de ser solo capaces de detectarla en los demás y no en nosostros mismos.

   Por tanto quiero dejar claro desde este momento que YO SOY UN HIPÓCRITA (lo digo sin hipocresía), aunque; ciego, solo puedo distinguir en mí unos pocos rasgos atribuibles a ese vicio y, por supuesto, no los voy a declarar porque me quedaría inerme ante el resto de los mortales; prefiero dejar que sean estos quienes me desenmascaren. 

   Ignoro como se sentirán los demás en esta circunstancia, pero puedo asegurar (sin hipocresía) que yo no me siento cómodo. Tengo suficiente edad como para que mi moral respecto a este tema se encuentre más cercana a la bíblica; que es la que aprendí de mis mayores, que a la de la actual condescendencia con tan feo comportamiento. Creo que, a pesar de la justificación de pensadores y gobernantes todo tiene que tener sus límites. No se puede justificar la conducta hipócrita igualmente en cualquier individuo, para todo tipo de actividad y en cualquier circunstancia y ocasión. 

   En el terreno de lo social, concretamente en todo lo relacionado con la Sanidad y sus prestaciones con cargo al Estado y, de forma aun más concreta en la Atención Primaria; que es lo que nos atañe, no me siento capaz de justificarla en modo alguno.

   Es más, cada vez somos más las voces disonantes, que mantenémos una postura crítica no solo con los aspectos de la Salud Pública de los que son responsables los Estamentos Gubernamentales, sino con aquellos que son responsabilidad directa nuestra. 

   Cada vez "se nos ve más el plumero". Ya nadie confia en nada ni en nadie y menos en aquello que viene impregnado de la pátina del corporativismo. Bertold Brecht. dijo que "Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad".

   Quiero pues hacer mi modesta contribución a despertar las conciencias adormecidas por la hipocresía en Atención Primaria. Podría hablar largo y tendido sobre este sangrante tema (actividades preventivas, conflictos de interéses, medicina basada en la "¿evidencia?", industria farmacéutica, demagogia corporativa) pero me voy a limitar a formular dos preguntas a modo de ejemplo, a las que me permito dar respuesta según mi criterio y que cada cual exponga el suyo:

    ¿POR QUE NO HEMOS LLEVADO A CABO AUN UNA HUELGA INDEFINIDA?

   Con la fuerza que tendriais todos unidos... Podríais conseguir lo que quisiérais... Escuchámos frases como estas a menudo de nuestros sorprendidos interlocutores cuando, ante nuestras continuas quejas por el abandono en que nos tienen las Autoridades Sanitarias, cuando no se les ocurre alguna nueva forma de tortura que deteriore un poco más nuestra situación y nos haga perder algún nuevo logro anterior, no somos capaces de mover un solo dedo.

   Pongamos por ejemplo un asunto que, a fuerza de docil asunción, nos hemos autoconvencido fálsamente de su caracter baladí; el de la plétora burocrática, del que no dejámos de quejárnos de que ocupa CASI LA MITAD de todo nuestro tiempo disponible; a mi personalmente me parece un problema de suma importancia. El hecho de no haber luchado con más contundencia e insistencia para su resolución hace sospechar que más de uno no se encuentra del todo a disgusto con el tiempo de "relax neuronal" que proporciona esa tediosa y rutinaria actividad, a la par de su función de pretexto para hacer dejación de otras actividades más laboriosas y comprometidas (piensa mal y acertarás).

   Las huelgas sanitarias son muy impopulares es el argumento más defendido. Pero ¿cómo han de ser impopulares?; la gente no es tonta, y si la tabla de reivindicaciones contiene sinceras propuestas para mejorar la situación de la sanidad pública, tendrémos todo su apoyo. La verdad es que nuestras reivindicaciones son en el fondo de caracter egoísta, pero hemos perfeccionado el arte de la hipocresía; y del camuflaje, rodeandolas de auténticas reivindicaciones de tipo social. Si de verdad nos las creyeramos, cada una de las huelgas emprendidas se hubiera continuado hasta culminar con un éxito seguro. Si no ha ocurrido así es porque las más "firmes convicciones" se doblegan cuando te tocan el bolsillo. No se entiende que por algo que te importa tanto estés dispuesto a sacrificar tan poco. No recuerdo que compañero nos autodefinió una vez, creo que con acierto, como un colectivo casposo, a lo que yo me permito añadir "y pringoso".

   La siguiente pregunta ni siquiera me voy a molestar en responderla. Tiene que ver con la convicción,  manifestada por todos reiteradamente, de necesitar al menos diez minutos por paciente. En el mismo video de los Seis Minutos implicitamente queda claro que seis no es suficiente. Entonces...

¿POR QUE LA MAYORÍA SEGUIMOS PROGRAMANDO EN NUESTRAS AGENDAS POR DEFECTO SOLO CINCO MINUTOS POR PACIENTE?

 Alfredo Falcó Sales, 2012

30 octubre, 2012

Hoy en la consulta... VI. Retrasos

   Hoy no he tenido demasiados citados. Sin embargo, al final, a lo largo de la jornada, he ido acumulando un retraso que ha terminado siendo excesivo. No es la primera vez que me sucede al confiar en que dispongo de algo más de tiempo para cada paciente, y cuando alguno o algunos de ellos presentan algún  o algunos problemas de más dificil resolución y, entretanto, se han citado algunos más inesperadamente incrementando la lista sobre la marcha. El caso es que cuando le tocaba el turno a la última paciente llevaba un retraso de más de hora y media.

   Era una mujer joven con un carrito con su bebé en el interior aparentemente, por suerte, dormido. Ha entrado muy nerviosa y, sin ni siquiera saludar, ha empezado a quejarse muy indignada de la larga espera. A pesar de que le he dado la razón ha seguido explayandose en sus quejas. Es corriente que, sobrepasado cierto punto de enfado, se concedada más importancía a la necesidad de reivindicar su descontento que al motivo de consulta. Tanto ha insistido en su actitud que finalmente, tal vez acuciado por el desgaste de la jornada y en cierta medida por el cuadro catarral que yo mismo llevaba puesto (ahora en pleno auge mientras escribo esto), le he contestado con cierta sorna que yo soy un médico lento pero que hay otros colegas en el mismo centro mucho más rapidos.

   Incrementando su indignación por momentos ha seguido con lo mismo: que no hay derecho a estar esperando dos horas (repito que realmente era hora y media), que con lo mala que está, que le podían haber avisado que iba a haber ese retraso, que se podia haber ido dar de comer al niño y volver...

   A estas alturas ya me estaba temiendo que iba a ser poco probable que la consulta fuera llevada a cabo con normalidad. No obstante, como mandan los canones, he mantenido la calma todo el tiempo, no he elevado el tono de voz en ningún momento. Como seguía de pie con sus quejas, le he ofrecido sentarse, cosa que ha rechazado. Le he vuelto a dar la razón en el motivo de sus quejas y le he explicado que, si se encontraba tan mal, me lo podía haber hecho saber y la hubiera pasado antes. Le he informado que además hay siempre uno de los médicos del centro que atiende las urgencias y he añadido que, si no quiere someterse al riesgo de tanto retraso, otro día procure citarse a primera hora. Lo ha entendido mal y ha creido que le proponía citarse para mañana. He tenido que aclararle que por supuesto que la veía ahora.

   Tras este "forcejeo", cuando parecía que iba a contarme algo de la espalda, se ha interrumpido con un "lo siento pero no puedo..." mientras ha comenzado subitamente a sollozar. Solo me ha dado tiempo a decirle "yo también lo siento, porque no creo haberle hecho nada..." Mientras, con apresurada maniobra, le daba la vuelta al carrito y salía a trompicones por la puerta, aun le ha dado tiempo a replicarme "si que me ha hecho..."

   Cuando creía que me iba a marchar a mi casa a disfrutar de mi catarro tras una jornada laboral placentera, mis expectativas se han visto frustradas por esta única paciente.

   Otros compañeros atienden enfermos o asegurados o usuarios; yo atiendo pacientes de verdad, en toda la extensión del término. Porque se necesita tener mucha paciencia para aguantar las largas esperas a las que a menudo les someto. Los que aun permanecen conmigo tras todos estos años ya me conocen y lo soportan estoicamente; pienso que de alguna manera deben de sentirse compensados. Algunos con los que tengo confianza bromean diciendome que siempre que vienen se traen el periódico o un buen libro y que a veces les da tiempo a terminarlo. Yo les sigo la corriente diciendoles que es lo bueno de venir a mi consulta; que se mantiene uno informado y se aprende; creo que ha habido incluso quien se ha preparado alguna oposición.

                                                                

   Se lo que es trabajar de "médico de cupo" cuando tenías que atender a ochenta pacientes en dos horas. Y se lo que es trabajar en "las lecheras" cuando tenías que salir a veces a quince o veinte "urgencias" domiciliarias apresurandote todo lo que podías, porque cuando volvías al puesto de urgencias, tenías otros tantos esperando a ser atendidos. Terminabas con estos y otra vez a salir con otros diez, quince o veinte domicilios. Y asi hasta diecisiete horas seguidas, cuando no veinticuatro los festivos. Entonces si sabíamos lo que era luchar contra el tiempo.

   A diario un administrativo o una enfermera repartía a los pacientes que esperaban a primera hora unas papeletas con el numero de orden. Tal como se hace en la carnicería o la pescadería. El sistema era algo tercermundista, pero en cierto sentido era más justo. Estos calculaban el tiempo, según el numero que les había tocado, y se iban a sus cosas. También se hacían sus apaños entre ellos intercambiandose los numeros a su conveniencia. Lo que no había era quejas por la demora en la atención, porque lógicamente no había ningún compromiso de ser atendido a ninguna hora concreta.

   El sistema se mantuvo incluso cuando nuestra jornada laboral era de siete horas, tras la creación de los primeros centros de salud en el marco de la reforma sanitaria de los ochenta, y el tiempo que dedicabamos a la consulta podía teoricamente prolongarse mucho más allá de aquellas dos horas de antaño. Desde el principio aprendí a dar todo el valor que se merece a ese tiempo extra.

   Tal vez por eso, cuando al poco tiempo se informatizó a los administrativos con el SICAP (Sistema Informático de Cita en Atención Primaria) y se crearon los conceptos de agenda de consulta  y el de cita previa, mucho antes de la Plataforma Diez Minutos, mucho antes de disponer de ordenador en la consulta, tal vez fuera yo uno de los pioneros en asignar diez minutos por paciente, circunstancia que he venido manteniendo desde entonces.

   Con la cita previa vinieron inevitablemente las reclamaciones por el tiempo de espera ya que rara vez se puden cumplir las expectativas que se le da al paciente al asignarle una hora concreta de visita. Se puede asegurar hoy que es el motivo más frecuente y casi exclusivo de quejas y reclamaciones en Atención Primaria.

   No me gusta que me hagan esperar y, por el mismo motivo, no me gusta hacer esperar a mis pacientes. Cada día me hago el mismo propósito de no generar demasiado retraso. Sigo con mis diez minutos y tengo una agenda bastante realista que prolongo hasta casi toda la jornada para que tengan cabida todos los pacientes que tengo de media. Pero ningún día sabes cuantos van a acudir, con que problemas y en cuanto se incrementará la lista en la propia jornada mientras aun pueden citarse; la famosa "agenda de calidad" de La Administración.

   Opino que con los escasos medios que nos facilitan, con tantas trabas para acceder a determinadas pruebas complementarias y mermada asi nuestra capacidad resolutiva, el mayor bien que podemos ofrecer a los pacientes, la mejor herramienta de que disponemos en atención primaria se llama tiempo; todo el que cada motivo de consulta consideremos que requiere, sin consentir que nos lo merme ninguna otra consideración, aunque acabemos consumiendolo todo y a veces acabemos con su paciencia. 

  Se que inevitablemente lo ocurrido hoy volverá a ocurrir cualquier día, espero que la próxima vez al menos no me encuentre... ¡ah...! ¡ah...! ¡¡¡Atchuuuus!!!

 Alfredo Falcó Sales, 2012

26 octubre, 2012

Reirse ante la adversidad

   Ayer tuve un sueño... 


   Era una jornada electoral, creo que eran unas generales. Nadie pasó a depositar su voto en todo el día. En lugar de eso unos se reunian en corros en las plazas públicas o ante los mismos colegios electorales a maquinar contra los políticos, otros daban largos paseos al sol de aquel excelente buen tiempo, algunos practicaban su deporte preferido. Familiares y amigos habían quedado para disfrutar de una buena comida y mejor sobremesa. Bares, cafeterias, restaurantes y espectaculos a rebosar. 

   Los políticos temerosos de la extraña situación tampoco se atrevieron a acudir a votar y se encontraban en paradero desconocido. En algunas mesas electorales habían montado timbas, en otras orgías y en la mayoría improvisadas barbacoas a las puertas de los colegios. Nunca fue tan sencillo el recuento como el de aquel día: ni una sola papeleta depositada en toda La Nación. 

   De pronto me desperté, seguramente porque ni en lo más profundo del subconsciente puedo imaginar que vendría a continuación, pero asi son los sueños.

                                                                 ************

   Si, lo confieso, soy abstencionista desde hace más de veinte años. En contra del criterio general de los fundamentalistas de la democracia, que tanto afean nuestra conducta con manidos argumentos como el del voto util y otros similares, soy uno de los cada vez más numerosos ciudadanos que ejercemos nuestro democrático derecho a no votar cuando no parece existir alternativa alguna medianamente decente.

   A pesar de lo politizado que se encuentra nuestro ejercicio profesional, siempre he procurado evitar que la política, en el más amplio sentido del termino, contamine directamente el ambito de mi consulta. Pero esos individuos que dirigen nuestros destinos han conseguido que últimamente haga más de una excepción. 

   A todos nos ha salpicado en mayor o menor medida La Crisis y es casi inevitable que el tema salga a colación en algún momento de la consulta. Las más de las veces es el paciente el que nos da a conocer su desesperada situación ante meses o años de paro irresoluble; mal viven con ayudas de la familia y temen perder su vivienda y lo poco que han conseguido a fuerza de un trabajo casi siempre mal remunerado. Otros rechazan ser dados de baja, ante dolencias que la justifican, por miedo al despido. No son pocos a los que las consecuencias de la crisis se han dejado sentir truncando un entorno familiar ya de por si puesto en entredicho por los drásticos cambios sociales de los últimos decenios. 

   No obstante, el tema sobre el que más se comenta es el relacionado con los cambios en el sistema de aportaciones a las prescripciones y de los productos que han pasado a ser desfinanciados, consecuencia directa de la politica de recortes.

   A todos los que se quejan de esos recientes cambios negativos les recuerdo que no se trata de ninguna novedad; los recortes en prestaciones en nuestro Sistema Público de Salud, a pesar de ser probablemente uno de los de cobertura más extensa, intensa y generosa comparado con otros paises, han sido la tónica desde el mismo momento de su creación. ¿Que son sino esas carencias en cuanto a la atención odontológica y podológica? ¿Y esa atención psiquiátrica y rehabilitadora puramente testimoniales como testimonial es la  Ley de Dependencia, y su consecuencia lógica más directa: residencias geriatricas, centros de día, atención domiciliaria, etc.?, por no hablar de los recortes encubiertos que suponen esas nunca resueltas listas de espera para una simple prueba diagnóstica o para una intervención quirúrgica, que tanto ha contribuido a incrementar la clientela de las aseguradoras privadas.

   Ante tamaña injusticia, los médicos de atención primaria, los más cercanos al paciente y a su lado más humano, solo podemos jugar un pásivo papel asertivo de "paño de lagrimas". Y, aun asi, a muchos de estos aun les queda ánimo para manifestar su descontento, en simpatía con nosotros, por la sangrante perdida de poder adquisitivo y de derechos adquiridos a la que nos viene sometiendo La Administración, y a la que no parecen encontrar el momento de poner freno.

   No hace mucho comentaba sobre los beneficios de la risa para combatir la enfermedad, beneficios que me atrevo a hacer extensivos a la adversidad; por otro lado la enfermedad con mayor prevalencia en este desgraciado momento histórico que nos toca padecer. Adversidad ante la que más que nunca estamos unidos las clases sufridoras; en este caso médicos y pacientes.

   Asi que me he sorprendido a mi mismo dandole la vuelta a la tortilla, haciendo bueno uno de los rasgos más caracteristicos del español medio, convirtiendo tanta pesadumbre en motivo de chanza y distensión.
El objeto del cachondeo no son los leperos ni los tomelloseros, ni los maricas, ni tartamudos, como en los clásicos chistes, sino, por supuesto, los políticos. Nos despachamos bien a gusto a su costa, nos desahogamos, desbarramos y reimos a placer.

   Últimamente los pacientes salen de mi consulta, como siempre, con su "volante" para el especialista; que le atenderá pasadas varias semanas, durante las que seguirá con sus dolores, o con un buen taco de "vales descuento" que ahora les obligará a rascarse el bolsillo, o con una cita para una colonoscopia, un parte de baja..., pero ahora además; en más ocasiones que antes, salen sonrientes cuando no riendo ampliamente y yo con ellos. Y tampoco es extraño que el que entra; tal vez por mimetismo, lo haga con la sonrisa ya puesta y se encuentre con la mía aun latente. Y yo sigo pensando que eso es terapia.

 Alfredo Falcó Sales, 2012

12 octubre, 2012

El "burnout" y la sangre de horchata

   Encuentro lo siguiente en wikipedia:
   El síndrome burnout suele deberse a múltiples causas, y se origina principalmente en las profesiones de alto contacto con personas, con horarios de trabajo excesivos. Se ha encontrado en múltiples investigaciones que el síndrome ataca especialmente cuando el trabajo supera las ocho horas diarias, cuando no se ha cambiado de ambiente laboral en largos periodos de tiempo y cuando la remuneración económica es inadecuada. El desgaste ocupacional también sucede por las inconformidades con los compañeros y superiores cuando lo tratan de manera incorrecta, esto depende de tener un pésimo clima laboral donde se encuentran áreas de trabajo en donde las condiciones de trabajo son inhumanas.
   A ver quien tiene c...s ahora de decir que no padece burnout.

   Nunca he creido en semejante chorrada de sindrome. El que lo inventara y definiera debe de ser de la misma escuela que al que se le ocurrió otra monumental parida: "El trabajo es salud".

   Aqui lo único que hay es personas que reaccionan aunque sea quejandose, enrabiandose, sufriendo por la impotencia de enfrentarse a diario a un entorno en el que abunda el egoismo, la agresividad, la competencia desleal, la molicie y, lo peor de todo, la estulticia, y un gobierno plenamente coherente con esas "virtudes".

   Quizá esas personas  a las que etiquetábamos hace unos años de burnouts; y que ahora se confunden con el resto, no eran más que gente con una especial sensibilidad premonitoria, que no necesitaban llegar a como estamos para saber que asi no podía ser. ¿Donde están ahora esas gentes? ¿Ya no hay burnout? ¿Padecemos todos de burnout? Pero, ¿hubo alguna vez un burnout?

 

   A mi me sigue preocupando mucho más que el burnout la "incombustibilidad", la "sangre de horchata".  Y, si no sabéis de que hablo, aqui dejo la carta que un compañero muy cercano a mí escribió hace más de ocho años y que, a mi juicio y desgraciadamente, sigue muy de actualidad y suscribo plenamente.

De Humanis Corpori Combustio

Desde la antigüedad se conoce la existencia de cierto tipo de materiales, llamados combustibles, que, ante una fuente de energía lo suficientemente intensa y duradera, ayudados por otras sustancias, conocidas como comburentes (siendo el oxigeno el más común en nuestro mundo), pasan al estado de ignición con relativa facilidad.
Con seguridad el primer combustible conocido fue la leña, cuya sustancia base es la celulosa. Probablemente, al principio en la tierra, la madera ardía en incendios espontáneos aquí y allá, bajo la energía que se desprendía de las erupciones volcánicas o, en determinadas circunstancias, del propio Sol. Después El Hombre descubrió la forma de hacer fuego y, por tanto, su capacidad para quemar cosas, animales y personas a voluntad. A propósito de esto, ya entonces se percatarían de que el cuerpo humano no solo no es un buen combustible, sino que resulta muy difícil incinerarlo. Por la simple acción del fuego no se consigue más que soasar, tostar, carbonizar; como debieron comprobar desde Nerón a la Santa Inquisición, pasando por los vikingos, los indios americanos, los hindúes y los bonzos; igual que termina comprobándolo, con desesperación, ni ayudándose de los materiales inflamables más diversos, cualquier asesino que haya intentado deshacerse de su victima por este método. Hoy sabemos, gracias a los hornos crematorios, que son necesarios de unos 760º C a 1100º C durante cuatro o más horas y, a pesar de todo, pueden quedar fragmentos de hueso, que hay que proceder a triturar, para darles a la familia unas cenizas homogéneas y presentables. Aun así, en los últimos tres siglos, se han reportado algunos casos, que un buen número de personas cree verídicos, sobre el controvertido tema de la combustión espontánea. Es sabido que la materia orgánica, bajo determinadas condiciones; como sucede a menudo en los vertederos, puede experimentar dicho fenómeno al igual que se sabe que no todos los incendios forestales son provocados. Pero de eso a creer que un señor sentado en su casa leyendo tranquilamente el periódico, puede sin más comenzar a arder y convertirse en unas horas en un cadáver calcinado...
El profesor Wilton Krogman, un renombrado forense experto en osteología, zanjó el asunto en 1966: “simplemente esto es imposible”.
Señores míos: Que no, que uno no se quema nada más que porque sí; que lo del burnout será muy valido en el mundo anglosajón;  tal vez ellos consideren que uno puede “auto quemarse” por el conflicto cuasiexistencial que sufre su mente, al verse sometido a una presión cada vez mayor, debido a la responsabilidad contractual adquirida con el paciente y, últimamente, con una Administración cada vez más entrometida, pero este fenómeno no puede extrapolarse sin más a nuestro entorno laboral.
No es correcto colgar la etiqueta de “quemado” al que se rebela, aunque solo sea con su actitud y su discurso, con temple de objetor de conciencia; conciencia de que nos debemos al asegurado y a una prestación de calidad, y de asalariado acosado (“mobbing”); acosado por una administración falaz, perversa, alienante, y una permanentemente acrecentada población cada vez más medicalizada, exigente, envejecida, resabiada y frustrada ante la mentira de lo que se le promete previo a las urnas; y se sigue prometiendo cuando conviene políticamente, y la dura realidad.
Seguir, con tenacidad fundamentalista, en el empeño de ofrecer el mejor servicio al asegurado, sin dejar de cumplir con las absurdas, contra-científicas y anti-deontológicas exigencias de La Administración, como si aquí no pasara nada, sí que puede conducir a un auténtico “desgaste” (dándose aquí la paradoja de una institución a la que aparentemente le importa mucho la salud de la población menos la de sus propios empleados) que a la larga no beneficia a nadie.
Tenemos que ser conscientes de que la prioridad fundamental en el momento actual es mejorar nuestra situación laboral; si nosotros estamos mal, tampoco podremos hacer mucho por nuestros pacientes. La solución no nos la va a regalar nadie: hay que pelearla. Debemos cumplir con nuestra estricta labor profesional en beneficio del paciente, que al fin y al cabo es para lo que se nos ha formado y lo que éste espera de nosotros. Todas las demás exigencias de La Administración, que solo tienen la finalidad de justificar su pletórica existencia, así como sesiones, estadísticas, etc., deberían obviarse y dedicar todo nuestro “tiempo libre” a asambleas para aportar ideas y planificar acciones, hasta comenzar a experimentar mejoras.
Como, estando solos, no se pude llevar a cabo nada, las acciones deberían canalizarse a través de instituciones como la Plataforma Diez Minutos o La Coordinadora de Equipos de Atención Primaria (que no parece que sean solo un grupo de “quemados” sin otras cosas que hacer), dado que de los sindicatos mayoritarios parece que no podemos esperar grandes cosas.
Los que penséis que no merece la pena hacer nada, que es mejor dejar las cosas como están, que seguramente se termina arreglando todo solo, que tampoco estamos tan mal... Creo que tenéis un problema peor que el del “quemado”: el del “incombustible”. Me pregunto ¿cuánto ataque a sus derechos fundamentales necesitan sufrir ciertas personas para que tomen conciencia de la necesidad de defenderse?

Compañero que eres sensible a la problemática de la sanidad, que te quema, contra la que te revelas o, para tu desgracia, ante la que sucumbes, no te dejes convencer de que estás quemado: lo que estás es vivo.

Conclusión: uno no se quema solo; hace falta que algo o alguien te queme.

Corolario: Si están quemándote, y no haces algo para evitarlo, o te quemas bien quemado (más tonto eres tu), o es que eres “incombustible” (o sea, una piedra)

Cleofás Frosadella, 6 de abril de 2004


P. D.:  Del “Síndrome del incombustible”, también conocido como el “Síndrome de la sangre de horchata”, hablaremos otro día.
 Alfredo Falcó Sales, 2012

11 octubre, 2012

Hoy en la consulta V. Las medias a medias

   Entre los muchos despropósitos a los que nos enfrentamos los médicos de atención primaria desde hace años, de los más alejados de nuestro quehacer profesional, está el de ejercer de merceros.

   Dentro de la alienante actividad de emitir a diario los "vales descuento" se encuentra un apartado dedicado a los "efectos y accesorios", aunque debería decir "mercería y lencería fina". Me refiero a todos esos artículos que no son fármacos y que comprenden todo tipo de gasas, vendas, apósitos, sondas, bolsas, absorbentes bragados o no, muñequeras, rodilleras, tobilleras, musleras, suspensorios y bragueros, etc., etc., y, por supuesto las medias; que, a su vez, pueden ser cortas, largas, pantys, de compresión normal o fuerte...

   He de decir que muy recientemente han introducido una mejora, simplificando la prescripción al ajustarla a la descripción sencilla del producto, al contrario que hasta hace poco en que teniamos que escoger cualquiera de estos, casi al azar, en un amplísismo catálogo; por supuesto siempre desactualizado, con descripciones  confusas, por marcas e incluso por tallas para, al poco rato, tener al paciente llamando a la puerta con un "esto ya no existe" o "me han dicho en la farmacia que tiene usted que poner...".

   El sistema que practico habitualmente; para preservar mi salud mental, es que el paciente consiga en la farmacia el producto; a la par que el correspondiente CN (¡Bendito Codigo Nacional!), que mejor se ajuste a sus necesidades y elaborar el "vale descuento" a posteriori.



   Hoy mismo he iniciado la prescripción de unas medias para una señora con insuficiencia venosa, muy animado por las mejoras mencionadas recientemente introducidas, siempre con esa más que justificada suspicacia en base a anteriores malas experiencias ante cualquier cambio.

   Pestaña de efectos y accesorios; buscar por... escribo media; despliegue de lista de medias (cortas, largas, compreión normal, fuerte, etc.), escojo cortas de compresión fuerte y aparecen dos opciones: media corta de compresión fuerte y media corta de compresión fuerte ambas piernas.

   No saliendo de mi asombro, por este resultado mejor de lo esperado, me congratulo por la perspicacia de la industria y La Administración al haberse dado cuenta por fin de que la mayoría de la población a la que atendemos poseen las dos piernas, y que lo más frecuente es que necesiten las medias para ambas. Un plausible acierto al haber comercializado también un envase con las dos medias y asi no tener que imprimir dos "vales descuento"; pienso.
Por supuesto escojo la segunda opción, que la paciente aprueba y se marcha tan contenta. Continuo viendo pacientes uno tras otro, sin dejar de saborear, con la punta de las sinapsis del subconsciente, ese agradable regusto que deja la experiencia de las cosas bien hechas. ¡Santa inocencia!

   No tarda mucho en asomar por la entreabierta puerta la anterior paciente con sus edematosas piernas.
      —¡Doctor! Que me han dicho que me tiene que hacer dos recetas.
      —¡Pero, usted ha visto que pone ambas piernas...! —replico contrariado y decepcionado.
      —¡Ya! ¡Si yo también se lo he dicho! Pero me han contestado que aunque lo ponga asi tienen que ser dos recetas...

   Resignadamente le imprimo una copia del anterior "vale descuento" mientras me maravillo ante las mentes retorcidas, manantial inagotable de confusión, devotos de Murphy y sus leyes, que, por la fuerza de la costumbre, pergeñan tenazmente todo mal y/o a medias; incluso las medias.

 Alfredo Falcó Sales, 2012

09 octubre, 2012

In arte ars medica II. Le malade imaginaire


   Para una ejemplificación de Moliere y la medicina tan ilustrativa es Le medecin malgré lui como, la que ahora presento, Le malade imaginaire. Ambas obras tienen mucho en común: conflicto de intereses amoroso, padre burlado, médico falso y falso boticario y, sobre todo, mofa de la profesión médica intercalando un sinfín de frase en latín macarrónico. Todo ello con un lenguaje vivaz y jocoso y situaciones de enredo no por sencillas e inocentes carentes de ingenio.

   Si alguna diferencia hay que señalar es que en la presente obra la figura del padre burlado y el falso médico coinciden en el mismo personaje; Argan, un hipcondríaco con bastantes pocas luces, por demás señas, hasta el punto de dejarse convencer para hacerse médico el mismo; haciendo suyo bueno el aforismo "el médico que se trata a si mismo tiene a un tonto por paciente". Todo ello tras habersele sometido a un engaño para hacerle desistir de la idea lúcida y practica, a su conveniencia, de casar a su hija con un médico sobrino de médico e hijo de boticario, y asi tener asegurada asistencia médica continua y botica a bajo coste.

   A mi entender la obra contiene dos momentos gloriosos, en cuanto a la sátira contra la profesión médica; que es lo que especialmente interesa aquí.

   Uno es aquel en que el doctor Diafoirus; presunto futuro consuegro de Argan, le confiesa a éste, en un alarde del mayor cinismo, que prefiere tener entre su clientela a la gente del pueblo que a la alta burguesía porque, según sus propias palabras: "Si he de deciros la verdad, nuestra profesión al lado de esa gente grande es muy desairada. Yo he preferido siempre vivir del público. Es más cómodo, más independiente y de menos responsabilidad, porque nadie viene a pedirnos cuentas; y con tal que se observen las reglas del arte, no hay que inquietarse por los resultados. En cambio, asistiendo a esos señorones, siempre se está en vilo, porque apenas caen enfermos quieren decididamente que el médico les cure".

   El otro es el falso examen al que someten al protagonista los componentes de una caravana de gitanos haciendose pasar por un consejo de médicos, para conseguir su nombramiento como tal. La solución de Argan a los pacientes problema que le proponen es siempre la misma: "Clisterium donaré, postea signaré, en suitta purgeré" que no significa absolutamente nada en un latín, por supuesto, inventado.

   Esto trae a mi memoria la celebre lección de medicina que Pedro Saputo; protagonista de la novela homónima de Braulio Foz (1791-1865), recibe de su maestro, só metche Omella, y me permito transcribir a continuación:

...Pero sabe, Juan de Jaca (nombre falso de Pedro Saputo), mi muy dilecto discípulo, que Villajoyosa es teatro de prueba para un médico. Muchos marinos, como puerto de mar; calor en la sangre, afrodisis en los alimentos, pubertad precoz, amores tempranos, pasiones tirantes y vejez anticipada. Sangría, vomitorios y purgas a los jóvenes; vomitorios, purgas y sangría a las personas de media edad; purgas, sangría y vomitorios a los viejos; luego sudoríficos a todos, tinturas analépticas y dieta amorescente. Pero sobre todo ten presente que la sangre es el mayor enemigo del hombre; despues entra el amor. Por eso en esa villa hay lo que hay, como llevo dicho. Y buenos que los tengas, y a los que te consulten, dieta y separatio tori absoluta desde San Miguel de Mayo a San Miguel de Septiembre. Esto, ya se ve, no lo harán, se extenuarán, caerán, morirán; pero el médico ya se salió por la puerta. Muerase en hora buena el que morirse quiera. ¿Pago las visitas?, pues requiescat in pace. El médico lo ha muerto; requiescat in pace. Fuera de que, hijo mio, todos según el poeta, sedem properamus ad unam (caminamos al otro mundo). Y hecho debidamente nuestro oficio, que el enfermo se muera del mal o de la medicina, el timpano de los coribantes (que es tocar la zambomba y hacer ruido). Si se te ofrece algún caso fuerte, audaces fortuna juvat (a los audaces les ayuda la fortuna): sangre y más sangre, que, como dije, es nuestro mayor enemigo; y después, suceda lo que suceda, el timpano susodicho, y si el enfermo muere, requiescat in pace...


   En fin, una obra muy recomendable para el público en general y, tratandose de médicos, aquellos que no tengan reparo en ejercitar la sana actividad de reirse de uno mismo.

   En este caso no es necesario que facilite enlace alguno porque, con los terminos adecuados, cualquier buscador os mostrará un buen numero de resultados tanto del original en francés como en español.



   A diferencia de Le medecin malgré lui esta obra fue originalmente creada por Moliere con sus numeros musicales integrados. Para lo cual recurrió a Marc-Antoine Charpentier para la música de los intermedios; al final de cada acto, y la de la entronización de Argan, además de la pequeña pieza que los enamorados cantan al principio del segundo acto. Los ballets que se representan igualmente en la obra le fueron encargados a Pierre Beauchamp. Interesados consultad el comentario.

 Alfredo Falcó Sales, 2012

01 octubre, 2012

Burrocracia II. ¿Receta? ¿Albarán? ¿Factura?

   Somos muchos los que consideramos que la denominación "vale descuento" es la que mejor define a la "mal llamada receta médica" por parte de la Administración Sanitaria.

   De todas las labores burocráticas que entorpecen el desarrollo de la genuina actividad asistencial médica en atención primaria, ésta es la que supone la mayor carga.

   Bien entendida la prescripción, como acto médico, debería terminar en el momento en que el facultativo consigna por escrito qué paciente debe de medicarse, con qué fármacos, a qué dosis y durante cuánto tiempo. Haciendo constar también, en el tratamiento de larga duración, la fecha de revisión del mismo. La Administración debería de articular los mecanismos necesarios para facilitar al paciente dicha prescripción durante el tiempo estipulado; labor puramente administrativa, sin implicar en ello innecesariamente al médico, y asi lo hemos reivindicado con mayor o menor fuerza insistentemente durante años.

   Las autoridades sanitarias han hecho oidos sordos durante años a las quejas y ruegos de un colectivo dócilmente borreguil. Los médicos de Atención Primaria llevamos una eternidad sufriendo la sisífica  labor de cumplimentar y firmar; e incluso autovisar (vease la entrada "Autovisado. Ese sambenito" en este mismo blog), una y otra vez periódicamente la misma prescripción. No solo nuestras prescripciones sino las inducidas por el resto de los especialistas con el pretexto de nuestra mayor accesibilidad para el paciente.

   Hace unos quince años, con la balbuciente informatización de la sanidad y sometidos aun al tormento de la cumplimentación manual del "vale descuento", nació una corriente de enfermeros; que se extendió por toda la Comunidad como mancha de aceite, que se negaron a seguir prestandonos la ayuda que hasta el momento nos facilitaban para esa tediosa labor. Todo ello con total pasividad por parte de una Administración, que de nuevo nos dejaba en la estacada, temerosa de la fuerza sindical de aquellos. Tampoco hemos recibido el apoyo del resto de los especialistas, que siguen tomandonos por sus secretarios; a pesar de estar legislada su obligatoriedad de cumplimentar todos y cada uno de los "vales descuento" que les correspondan.

   Tras haber sufrido durante años el paquete OMI-AP, que en el tema de la "prescripción reiterativa" tan solo contribuyó a mecanizar la cumplimentación de los "vales descuento" a la par que estos se convertian por primera vez en documentos plenamente legibles, ha venido a sustituirle el AP Madrid.

   No se puede negar la superior manejabilidad, y solidez de este paquete respecto al anterior, y se preveen mejoras en cuanto a conectividad y accesibilidad con el resto de integrantes del sistema sanitario. Pero, en lo concerniente al manejo de la cumplimentación de los "vales descuento", no solo no lo ha agilizado sino que lo ha entorpecido a base de una vorágine de exigencias en cuanto a fechas de vencimiento,  caducidades de específicos, precios de referencia, cambios de denominación, etc. que ralentizan su ejecución a lo largo de un sinfín de "clics" y "ventanas", amén de un "gestor de impresiones" remoto que, tal vez por encontrárse a miles de baudios y kilometros de cables de nuestro puesto de trabajo, a menudo se olvida de imprimir. Todo ello con la finalidad de un mayor "control" del gasto sanitario.

   La reciente crisis era el pretexto que La Administración necesitaba para incrementar ese "control": se han endurecido los impedimentos para prescribir los fármacos por nombre comercial, aparece la "receta azul" (vease la entrada "Receta azul" en este mismo blog) con sus aumentos en la aportación de cada paciente y, tras volver de vacaciones, me encuentro con una cartulina también azul (supongo que para que haga juego) que los administrativos han de facilitar cada mes, para la devolución del excedente del tope de aportación mensual fijado para cada código TSI (Tarjeta Sanitaria Individual).


   

   Una cuestión que no se entiende facilmente es porque los "vales descuento" han de caducar a los diez días cuando está contemplado facilitar medicación para tres meses. Nos ayudaría muchísimo que tal caducidad se prolongara por ese mismo periodo de tiempo. Y, por supuesto, es incomprensible que, cuando muchas comunidades hace meses que estan disfrutando de la tarjeta electrónica (que creo que aporta más ventajas que inconvenientes sin estar exenta de estos últimos) nosotros aun estemos esperando la activación de la misma (tal como figura en gris atenuado en la ventana de prescripciones) con el periférico lector de tarjetas inteligentes conectado inutilmente al PC desde hace casi un año.

   En fin, tras estos cambios; y los que me temo que vendrán, ya le cuadra más a la "mal llamada receta" la denominación de "vale descuento", e incluso creo que se va acercando peligrósamente al término factura o albarán. Seguro que es cuestión de tiempo que me instalen en la consulta una caja registradora y un terminal lector de tarjetas de crédito. Aprovecharé entonces para colocar bien a la vista un bote para las propinas.

Alfredo Falcó Sales, 2012

21 septiembre, 2012

Hoy en la consulta IV. El precio de las vacaciones

   Tras mi periodo reglamentario anual de unas; permitaseme la inmodestia, merecidas vacaciones, hace tres días que me he reincorporado y; sin sorpresa alguna por mi parte, me he encontrado lo de todos los años anteriores: afluencia masiva de mis incondicionales pacientes con peregrinos, cuando no ininteligibles motivos de consulta a pesar de, no pocos de ellos, haber sido atendidos previamente por otros colegas en el propio centro de salud o en el hospital. Para mayor inri el primer día tenía turno de avisos (solo tuve uno, pero el desarrollo del mismo merece un articulo exclusivo) y ayer de urgencias. Es lo que en nuestro argot llamamos "pagar" las vacaciones.

   Además me he encontrado con los correspondientes empeoramientos, que las autoridades sanitarias han hecho gala de saber aplicar, en los tramites administrativos durante las escasas semanas en que me he ausentado.

   No obstante, dadas las circunstancias, creo que lo estoy llevando excelentemente. Prueba de ello es que en lugar de penas me he animado a publicar las dos anecdotas más recientes; precisamente de hoy, antes de que se me olviden.

   Veo a una señora a la que una semana antes han atendido en la urgencia del hospital por un dolor lumbar, que se acompaña de una imagen radiológica en el lado sintomático, sobre la que surgen dudas diagnósticas entre una litiasis o un flebolito. Aun persiste algo de clínica; aunque leve, y en analítica practicada días antes presentaba una orina con alteraciones en el sedimento.

   —Voy a tramitarle un cultivo de orina y un abdomen simple ... —anuncio; y antes de poder seguir me interrumpe.
   —No, por favor, pídamelo complejo porque a mi siempre se me complican las cosas...

   Algunos pacientes después veo a una de mis octogenarias pluripatológicas, cuyo problema principal en la actualidad son episodios de disnea, que han motivado varias visitas a la urgencia del hospital en los últimos meses y, a mi juicio, tienen su origen en edema crónico de glotis y/o disfunción de cuerdas vocales, pero se han empeñado en tratarla como disnea de origen cardio-pulmo-neurológico, para asi acabar con un CPAP (tengo mis dudas sobre si indicado tras estudio polisomnográfico) que no la mejora ni lo tolera. No obstante, la última vez que ha estado en urgencias, alguien con buen criterio le ha pautado prednisona, la ha remitido al ORL y le ha dicho que no use el dispositivo si empeora con su uso.

   El caso es que, casi ya terminando de cumplimentar las prescripciones que acto seguido me solicitó, y mientras se quejaba rutinariamente de sus multiples dolencias, añade:

   —Y además a ver porque tengo yo que aguantar todo el rato la música esa.
   —¿Que música? —interrogo extrañado.
   — Esa que tengo todo el tiempo en la cabeza, esa de "¡Que viva españa!", la de Manolo Escobar.
   —Vamos a hacer una cosa —le digo en voz bien alta y acercandome lo más posible a ella para contrarrestar su monumental sordera— cómo le han dado ese medicamento en el hospital, que entre otras cosas le va a aliviar el dolor, de estas de tramadol de 100 se va a tomar solo una en lugar de dos. Y de las de paracetamol de 1 gramo trate de tomar también algo menos, y la cito para la semana que viene a ver si ha desaparecido la música o, al menos ha cambiado de canción —me permito bromear.

   Ahora estoy impaciente por verla de nuevo porque se me olvidó preguntarle si la versión era interpretada por el propio Manolo Escobar o algún otro cantante.

 Alfredo Falcó Sales, 2012

23 agosto, 2012

Risoterapia


    Llevo varios días bloqueado en todos los sentidos. En lo que atañe a este blog, por ejemplo, no se me ocurre nada. En el trabajo, con tan solo dos días para comenzar mis vacaciones, tengo todo el tiempo en mente el comienzo de las mismas.

    El poco ingenio del que en ocasiones puedo gozar se encuentra acogotado por "La Situación" actual con el pesimismo acechandonos por doquier.

    Una noticia de la TV este mediodía ha producido en mi un notable cambio: me he reido; no, me he carcajeado a mandibula partida.





    Opiniones habrá de lo más contrastadas, pero a mi juicio la reacción más natural, humana, sana y hasta razonable, ante tamaño desaguisado, es como mínimo la risa.

    Ahora me siento mejor y hasta me he animado a publicar estas lineas. Deseo de corazón que quien lea esto comparta conmigo la hilarante reacción.

    Me viene a la cabeza la creencia transcultural del valor terapéutico de la risa. Creencia que viene de miles de años atrás y respaldada por figuras emblemáticas de la medicina como Hipócrates y Galeno, sin olvidar el ejemplo más reciente de Patch Adams.

    Yo hace tiempo que practico el reirme, siempre que puedo, con mis pacientes. No me concedo por ello ningún mérito especial porque me sale de la forma más espontanea (y puedo asegurar que no siento que sea incompatible con tomarme muy en serio mi profesión) y aun así tengo la impresión de que debería de practicarlo más. Creo sinceramente que infravaloramos el poder de la risa en nuestro ejercicio profesional.

 Alfredo Falcó Sales, 2012