02 diciembre, 2012

Ganado humano




   Para mi desgracia o mi suerte; vete a saber, además de mis estudios de medicina tengo casi dos años de veterinaria. En mi segundo año en esa facultad madrileña tuve conocimiento de asignaturas fráncamente interesantes. Mi preferida era la anatomía comparada, pero la que despertó especialmente mi interés fue la zootecnia.

 Se define ésta como: "ciencia que estudia diversos parámetros para el mejor aprovechamiento de los animales domésticos y silvestres, pero siempre teniendo en cuenta el bienestar animal ante todo y si estos seran útiles al hombre con la finalidad de obtener el máximo rendimiento, administrando los recursos adecuadamente bajo criterios de sostenibilidad".

   ¿No os suena esto de algo?

    ¿Y esto otro? "La ganadería es una actividad económica de origen muy antiguo que consiste en el manejo de animales domesticables con fines de producción para su aprovechamiento".

   A pesar de la curiosidad que pudiera despertar en mi esa actividad, hace muchos años sentí la llamada de la medicina, que decidí cambiar por la ganaderia o la zootecnia.

   Los cambios sociales de los últimos decenios, la socialización de la medicina, la medicalización de la sociedad, la intervención del estado en la prestación de servicios médicos, la universalización de la misma, han convertido al médico de profesional liberal a asalariado; han politizado la oferta de servicios médicos al ciudadano, convirtiendola en moneda de cambio electoral a base de promesas generalmente incumplidas o solo cumplidas parcialmente; y el paciente ha pasado de tener una consideración individual a la numeral como parte de un colectivo.

   A pesar de la resistencia de la mayor parte de los médicos clínicos que, bajo el lema "no hay enfermedades sino enfermos", seguimos practicando una medicina cercana al individuo, aun no del todo deshumanizada, esa intima relación médico-paciente se resiente a base de protocolos, guias clínicas, tablas de riesgo relativo, NNT...; convirtiendose en más técnica en detrimento del ars médica con un enfoque más humanista.

   El más reciente concepto de salud como el completo estado de bienestar físico, psiquico y social; choca con el abordaje de la enfermedad que El Estado propicia, masificando la atención médica y reduciendo progresivamente los presupuestos, con el consiguiente incremento de demora en las listas de espera y el retraso en el diagnóstico concluyente y/o la intervención curativa, incrementandose asi las practicas paliativas, a menudo peligrosamente prolongadas, y dando prioridad a la medicina efectista tecnológica, sobre la atención continuada y rehabilitadora. Se dan asi las condiciones para progresar en la continua sustitución de una medicina más humanista por otra más técnificada; aunque lo más conveniente sería observarlas como dos vertientes no mutuamente excluyentes. Sin embargo, macroeconomistas y estadistas tienen esa visión más agropecuaria de la humanidad y sus consignas van dirigidas a convertir al médico en zootecnista

   Las ideas que en Sanidad quiere aplicar El Gobierno de La Comunidad de Madrid están guiadas bajo esa concepción. A ello se une la prepotencia con que pretenden ponerlas en practica, sin contar para nada con quienes más podemos hacer en pro de mejorar la deteriorada situación actual. Por eso nos encontramos en HUELGA INDEFINIDA. Porque inevitablemente muchos logros de los colectivos se consiguen mediante la revolución de la masa; sobre todo cuando hay una sola idea unificadora, me uno a ella abandonando momentaneamente mi individualidad bajo el lema FRENAR EL PLAN DE MEDIDAS DE GARANTÍA DE LA SOSTENIBILIDAD DEL SISTEMA SANITARIO PÚBLICO DE LA COMUNIDAD DE MADRID.

   No obstante, no puedo entender en esta, como en otras huelgas médicas anteriores, esa reticencia a llevar adelante reivindicaciones profesionales y laborales. Tenemos tendencia a disfrazarlas de exclusivas reivindicaciones sociales, para que quede bien claro que todo lo hacemos por el bien del paciente, como si tuvieramos que revalidar permanentemente lo que debería ser un hecho indiscutible.

   Por mucho que hayan cambiado las cosas en los últimos tiempos, el ejercicio de nuestra profesión; al menos en lo que respecta al médico clínico, sigue sustentandose en la relación médico-paciente. Del mismo modo, aunque desde hace mucho no se lleva a cabo el rito del juramento hipocrático; cuyos preceptos por otro lado están hartamente obsoletos, no quiere decir que nuestro ejercicio no conlleve implícita la presunción de realizarse bajo el más estricto código deontológico; y sobre esto no debe caber ninguna duda, como no dudamos de la honorabilidad del notario o de la imparcialidad del juez. Estamos hablando del equivalente en la milicia de ese "valor, se le supone".

   Soy un profesional y soy un asalariado. Con relación a lo primero, he visto como el ejercicio de mi profesión y, por tanto, mi figura como médico de atención primaria, se ha ido desdignificando; en este caso, dentro del marco de la sanidad pública. Respecto a mi condición de asalariado, la perdida de poder adquisitivo de los últimos veinte años ha sido comparativamente muy superior a la de otros profesionales cualificados. No tengo ningún motivo para pensar que nada de esto vaya a mejorar si la gestión del sistema sanitario pasa a manos privadas, aunque reconozco que no puedo evitar la tentación de pensar: y si...

   Con toda honestidad debo insistir en mis legitimas reivindicaciones: MEDICO DIGNO, MEDICINA DIGNA, PACIENTE BIEN ATENDIDO Y DIGNIFICADO EN LA FRAGIL TESITURA DE LA ENFERMEDAD.

   Todas las demas reivindicaciones creo que competen más a los propios usuarios, los agentes sociales, ONGs, etc. para las cuales cuentan, por supuesto, con todo mi apoyo.

   Por último dos sentencias históricas por si hay quien sienta que pueda ser de su incumbencia:

"El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad posible y mayor suma de estabilidad política.” Simón Bolivar, Angostura, 1819
Por caro que parezca el Seguro Social es menos gravoso que los costos de una revolución” Otto von Bismarck, 1883

 Alfredo Falcó Sales, 2012

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