20 noviembre, 2012

¿Seis minutos?

   De nuevo me ha sucedido: llevo veinte días atascado. No, no se trata de nada que se solucione con un buen enema. La culpa la tiene el haber audiovisionado el video Seis Minutos

   Que quede claro que aplaudo la iniciativa, que me parece una buena realización y que proporciona una visión bastante aproximada y realista de la Atención Primaria en nuestro pais.

   Lo he pasado varias veces para tratar de averiguar por que, sin embargo, me ha dejado ese desagradable regusto. Por fin he llegado a la conclusión de que; como en cualquier guiso que no queda redondo, le sobran algunos ingredientes y le faltan otros. Le sobra, por ejemplo, tono de corrección pólitica; aunque no dudo que, si se hubiera realizado tras los recientes cambios del Plán de Sostenibilidad, éste habría adquirido otro cariz. Le falta una buena dosis de autocrítica, como pasaré a comentar más adelante. Tampoco esa pregunta abierta del final dirigida al paciente sobre lo que está dispuesto a hacer por la Atención Primaria, resuelve un asunto siempre pendiente: por muy alto grado de satisfacción que arrojen las encuestas, éstas se realizan siempre en base a un modelo preestablecido, como si fuera el único pósible; seguimos creyendonos los únicos dotados para saber lo que necesitan, a menudo sin preguntarles que es lo que de verdad desean y esperan de nosotros.

   Son tantas las reflexiones que me han surgido a raiz del dichoso video que he tenido que reescribir esto no menos de diez veces. En unas ocasiones he rectificado el tono para no herir sensibilidaes innecesariamente. En otras, desapercibídamente, a base de filosofar sobre nuestra especialidad, me he salido de contexto. En las más de ellas me he extendido tanto que resultaba dificil de condensar y, por tanto, impublicable. Al final me he encontrado con una notable cantidad de material del que podría salir un libro; cosa que no descarto y que he guardado; como los archivos de Wikileaks, por si me resulta útil en un futuro, y haciendo un "metaanalisis" del mismo creo haber descubierto al fin que es lo que le da ese mal sabor a este guiso: LA HIPOCRESÍA.



   Aunque la hipocresía ha existido siempre, con el tiempo, ha pasado de ser objeto de condena en muchas creencias (Jesucristo califica en varias ocasiones de hipócritas a los fariseos y escribas) a ser considerada por algunos moralistas de la actualidad, cuando no una cualidad plausible, al menos si como una serie de reglas para valerse por el mundo.

   Nos encontramos inmersos en la hipocresía bajo todas sus formas, hipocresía "sensu stricto", doble moral, simulación, disimulo, mentira, autoengaño... Tenemos buenos maestros en nuestros lideres y nace de nuestro propio egoismo y de nuestra inseguridad. Nos la transmitimos de unos a otros por ósmosis. Es tremendamente peligrosa porque nos ciega hasta el punto de ser solo capaces de detectarla en los demás y no en nosostros mismos.

   Por tanto quiero dejar claro desde este momento que YO SOY UN HIPÓCRITA (lo digo sin hipocresía), aunque; ciego, solo puedo distinguir en mí unos pocos rasgos atribuibles a ese vicio y, por supuesto, no los voy a declarar porque me quedaría inerme ante el resto de los mortales; prefiero dejar que sean estos quienes me desenmascaren. 

   Ignoro como se sentirán los demás en esta circunstancia, pero puedo asegurar (sin hipocresía) que yo no me siento cómodo. Tengo suficiente edad como para que mi moral respecto a este tema se encuentre más cercana a la bíblica; que es la que aprendí de mis mayores, que a la de la actual condescendencia con tan feo comportamiento. Creo que, a pesar de la justificación de pensadores y gobernantes todo tiene que tener sus límites. No se puede justificar la conducta hipócrita igualmente en cualquier individuo, para todo tipo de actividad y en cualquier circunstancia y ocasión. 

   En el terreno de lo social, concretamente en todo lo relacionado con la Sanidad y sus prestaciones con cargo al Estado y, de forma aun más concreta en la Atención Primaria; que es lo que nos atañe, no me siento capaz de justificarla en modo alguno.

   Es más, cada vez somos más las voces disonantes, que mantenémos una postura crítica no solo con los aspectos de la Salud Pública de los que son responsables los Estamentos Gubernamentales, sino con aquellos que son responsabilidad directa nuestra. 

   Cada vez "se nos ve más el plumero". Ya nadie confia en nada ni en nadie y menos en aquello que viene impregnado de la pátina del corporativismo. Bertold Brecht. dijo que "Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad".

   Quiero pues hacer mi modesta contribución a despertar las conciencias adormecidas por la hipocresía en Atención Primaria. Podría hablar largo y tendido sobre este sangrante tema (actividades preventivas, conflictos de interéses, medicina basada en la "¿evidencia?", industria farmacéutica, demagogia corporativa) pero me voy a limitar a formular dos preguntas a modo de ejemplo, a las que me permito dar respuesta según mi criterio y que cada cual exponga el suyo:

    ¿POR QUE NO HEMOS LLEVADO A CABO AUN UNA HUELGA INDEFINIDA?

   Con la fuerza que tendriais todos unidos... Podríais conseguir lo que quisiérais... Escuchámos frases como estas a menudo de nuestros sorprendidos interlocutores cuando, ante nuestras continuas quejas por el abandono en que nos tienen las Autoridades Sanitarias, cuando no se les ocurre alguna nueva forma de tortura que deteriore un poco más nuestra situación y nos haga perder algún nuevo logro anterior, no somos capaces de mover un solo dedo.

   Pongamos por ejemplo un asunto que, a fuerza de docil asunción, nos hemos autoconvencido fálsamente de su caracter baladí; el de la plétora burocrática, del que no dejámos de quejárnos de que ocupa CASI LA MITAD de todo nuestro tiempo disponible; a mi personalmente me parece un problema de suma importancia. El hecho de no haber luchado con más contundencia e insistencia para su resolución hace sospechar que más de uno no se encuentra del todo a disgusto con el tiempo de "relax neuronal" que proporciona esa tediosa y rutinaria actividad, a la par de su función de pretexto para hacer dejación de otras actividades más laboriosas y comprometidas (piensa mal y acertarás).

   Las huelgas sanitarias son muy impopulares es el argumento más defendido. Pero ¿cómo han de ser impopulares?; la gente no es tonta, y si la tabla de reivindicaciones contiene sinceras propuestas para mejorar la situación de la sanidad pública, tendrémos todo su apoyo. La verdad es que nuestras reivindicaciones son en el fondo de caracter egoísta, pero hemos perfeccionado el arte de la hipocresía; y del camuflaje, rodeandolas de auténticas reivindicaciones de tipo social. Si de verdad nos las creyeramos, cada una de las huelgas emprendidas se hubiera continuado hasta culminar con un éxito seguro. Si no ha ocurrido así es porque las más "firmes convicciones" se doblegan cuando te tocan el bolsillo. No se entiende que por algo que te importa tanto estés dispuesto a sacrificar tan poco. No recuerdo que compañero nos autodefinió una vez, creo que con acierto, como un colectivo casposo, a lo que yo me permito añadir "y pringoso".

   La siguiente pregunta ni siquiera me voy a molestar en responderla. Tiene que ver con la convicción,  manifestada por todos reiteradamente, de necesitar al menos diez minutos por paciente. En el mismo video de los Seis Minutos implicitamente queda claro que seis no es suficiente. Entonces...

¿POR QUE LA MAYORÍA SEGUIMOS PROGRAMANDO EN NUESTRAS AGENDAS POR DEFECTO SOLO CINCO MINUTOS POR PACIENTE?

 Alfredo Falcó Sales, 2012

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