28 noviembre, 2012

¡La huelga es salud!



   En nuestro acervo cultural hay algunas frases hechas que me caen especialmente mal. Por ejemplo, "sobre gustos no hay nada escrito"; que, además de falsa, suele esgrimirla alguien para quien la palabra refinamiento está relacionada con la industria petroquímica. Pero la peor con mucho es "el trabajo es salud". Ésta además de falsa  tiene ese tufillo ultraneoliberal estajanovista, no exento de ciertas dosis de humor negro que, aplicada a la actividad diaria del médico de atención primaria, alcanza caracter autenticamente malsano; permítaseme la paradoja.

   Esto, que siempre me ha parecido una simple apreciación personal, parece venir respaldado por ciertos trabajos acerca del mayor riesgo del médico, y concretamente del médico general, de padecer de ciertas patologías, que muchas de ellas facilmente pordrían ser incluidas en el catálogo de enfermedades profesionales.

   Pues bien, hoy he concluido mi tercer dia de huelga. He desarrollado una actividad frenética. Durante esas casi setenta y dos horas pasadas, me he movido intensamente en todos los médios de transporte, incluido varias decenas de kilometros a pie, he participado en todas las manifestaciones posibles coreando, pitando, bocinando, saltando, riendo... Me he encerrado toda una noche en mi centro de trabajo. Me he subido en varias ocasiones tres pisos por una escalera, de esas verticales metálicas con quitamiedos, hasta la azotea para colgar una jodida pancarta que se resistia a quedarse en posición visible a causa del viento. Me he dedicado a consultar en los medios todo lo que se cuece alrededor de nuestra movilización. He dormido solo unas pocas horas y he malcomido. Hoy he estado en las dos reuniones del colegio de Medicos y en la concentración de la plaza anexa durante toda la mañana. Tengo las huellas dactilares borradas y me lloran los ojos de tanto whatsapp; acabaré loco de tanto oir tin-tan, tin-tan, tin-tan.

   Lo más importante, estoy disfrutando de todo esto compartiendolo con compañeros de los que desde hace tiempo pensaba que ya nos unía bien poco. No me engaño, seguiran existiendo diferencias y es posible que la fuerza de lo que hoy nos une se desbarate más adelante, pero quedará en mi memoria sentimental.

   Todo esto me ha hecho recuperar la ilusión que casi daba por perdida y me ha rejuvenecido un buen puñado de años (no diré cuantos). Tan es así que hasta creo que podría ser, con mucho sacrificio y esfuerzo pero, al final, la consigna tan coreada esta mañana "¡¡¡SI SE PUEDE!!!" podría convertirse en realidad.

   Mañana cuarto día de HUELGA INDEFINIDA, es posible que no pueda afrontar algunos pagos, pero que más da si, tal como estoy sintiendome estos días, "¡LA HUELGA ES SALUD!".


Alfredo Falcó Sales, 2012
   

24 noviembre, 2012

Sin miedo a la privatización



  Me considero un hombre de izquierdas; si es que eso todavia significa algo. Creo que tiene que existir una sanidad pública de calidad, llevo más de treinta años dedicado a ello, pero no me asusta la posibilidad de trabajar para la privada.

   Esa corriente actual de demonización de la sanidad privada tiene, en primer lugar, una vertiente como minimo ofensiva. Yo, de ser un colega de los que trabajan en ese medio, empezaría a estar mosqueado. El mensaje subliminal es que la medicina pública es excelente y la privada una cagada o, lo que es peor, inmoral. Incluye también la mágica convicción de que la privatización va acompañada de un ritual iniciatico que convierte a un buen médico en un mal profesional.

   En segundo lugar tiene otra vertiente mágico-agorera consistente en una cascada de "alomejores". Es la respuesta que obtengo cuando a algún compañero, en mi papel de abogado del diablo, le manifiesto mi no excesiva preocupación en caso de que me privatizaran: a lo mejor te bajan el sueldo, a lo mejor tienes que ver más en consulta, a lo mejor tienes que trabajar más horas, a lo mejor... Mi réplica siempre es la misma: es que ahora no tengo un "a lo mejor", tengo un muy real "de lo peor".

   Si he de ser sincero, lo que a mi me gusta es la medicina, y eso poco tiene que ver con politicas ni razas ni condiciones sociales. Claro que tengo una ideología y unas creencias o descreencias, pero cuando me encuentro cara a cara con mi paciente me limito a ejercer mi profesión. Tengo muy claro cual es la misión que me he trazado, y la ejercería igual en una chabola de un pais subsahariano que en un despacho de lujo en Chicago. Claro que hay condicionantes, pero si tu ética profesional se mantiene indemne y no te dejas distraer por ello, al final estamos solos el enfermo, la enfermedad y el médico.  Asi llevo intentandolo todos estos años, y lo vengo haciendo ya no en contra de los condicionantes sino de los impedimentos que me pone el propio Sistema Nacional de Salud.

   Siendo verdad que, bajo una visión global, el sistema sanitario del Pais ha mejorado, también es verdad que el médico, concrétamente el de atención primaria no ha hecho más que ir de mal en peor, y, aunque cada cual es responsable de su propia biografía, no entiendo como todavía hay colegas que niegan este hecho comprobado. Sería absurdo que hiciera una relación de todo aquello en lo que hemos emporado y de la penosa situación a la que hemos llegado porque ocuparía el equivalente a varios folios. De todos modos: no hay peor ciego que el que no quiere ver.

   Suponiendo que estámos de acuerdo en ese deterioro progresivo, que además parece no tener freno, no entiendo ese empeño en defender el modelo actual. Si ni siquiera los propios pacientes lo defienden. Y si no, ¿que significa que se haya incrementado notablemente el número de los que optan por un seguro médico privado; independientemente del nivel económico,  para luego utilizar este o el público según su conveniencia? En esto se han adelantado a las intenciones del actual Gobierno.

   Si queriamos una sanidad pública de calidad, el acicate para ello debería de haber sido la primera muestra de deterioro, algunos lo venimos anunciando y reclamando asi desde hace muchos años. Ahora es precisamente el momento más inoportuno de reivindicar la sanidad pública porque si ganamos es volver a como estamos y que nadie sueñe en recuperar todo lo perdido en tanto tiempo.

   No hay quien desee que los más necesitados queden desasistidos y habrá que buscar formulas para que tanto estos como el resto de la  población reciban un trato equitativo y de calidad, y eso se puede conseguir legislando. Si la ley es sólida, completa, detallada, evitando cualquier tipo de perversión interpretativa, en principio me importa bien poco quien la lleve a cabo, porque tendrá que cumplirla.

   De modo que ir a manifestarse y hacer la huelga todos los trabajadores de la sanidad codo con codo, en defensa de una sanidad pública, no deja de llevar una cierta dosis de cinismo. Puede ser que nos venga bien mantenernos unidos de momento para hacer más bulto, pero en nuestro fuero interno lo que pretendemos es salvar nuestro culo y, desgraciadamente continuaremos estando divididos hospitales y Atención Primaria y, dentro de esta los distintos estamentos.

   Por tanto, mis reivindicaciones como médico de atención primaria, no pueden ser otras que aquellas que supongan mejora salarial, dotación de los medios adecuados para desempeñar mi tranbajo, grado de jerarquización y de responsabilidad correspondiente reales, asi como clara definición de las funciones de cada estamento y un programa de formación continuada. Que no se preocupen los enfermos, que si yo estoy bien y puedo desempeñar mi trabajo en óptimas condiciones, todos ellos se beneficiaran.

   Aun asi en los proximos días haré huelga; por congruencia con tantas otras luchas frustradas. Pero, si me dejára guiar por el cerebro, no iría. Si voy lo hago dirigido por otros de mis organos "nobles"

 Alfredo Falcó Sales, 2012

20 noviembre, 2012

¿Seis minutos?

   De nuevo me ha sucedido: llevo veinte días atascado. No, no se trata de nada que se solucione con un buen enema. La culpa la tiene el haber audiovisionado el video Seis Minutos

   Que quede claro que aplaudo la iniciativa, que me parece una buena realización y que proporciona una visión bastante aproximada y realista de la Atención Primaria en nuestro pais.

   Lo he pasado varias veces para tratar de averiguar por que, sin embargo, me ha dejado ese desagradable regusto. Por fin he llegado a la conclusión de que; como en cualquier guiso que no queda redondo, le sobran algunos ingredientes y le faltan otros. Le sobra, por ejemplo, tono de corrección pólitica; aunque no dudo que, si se hubiera realizado tras los recientes cambios del Plán de Sostenibilidad, éste habría adquirido otro cariz. Le falta una buena dosis de autocrítica, como pasaré a comentar más adelante. Tampoco esa pregunta abierta del final dirigida al paciente sobre lo que está dispuesto a hacer por la Atención Primaria, resuelve un asunto siempre pendiente: por muy alto grado de satisfacción que arrojen las encuestas, éstas se realizan siempre en base a un modelo preestablecido, como si fuera el único pósible; seguimos creyendonos los únicos dotados para saber lo que necesitan, a menudo sin preguntarles que es lo que de verdad desean y esperan de nosotros.

   Son tantas las reflexiones que me han surgido a raiz del dichoso video que he tenido que reescribir esto no menos de diez veces. En unas ocasiones he rectificado el tono para no herir sensibilidaes innecesariamente. En otras, desapercibídamente, a base de filosofar sobre nuestra especialidad, me he salido de contexto. En las más de ellas me he extendido tanto que resultaba dificil de condensar y, por tanto, impublicable. Al final me he encontrado con una notable cantidad de material del que podría salir un libro; cosa que no descarto y que he guardado; como los archivos de Wikileaks, por si me resulta útil en un futuro, y haciendo un "metaanalisis" del mismo creo haber descubierto al fin que es lo que le da ese mal sabor a este guiso: LA HIPOCRESÍA.



   Aunque la hipocresía ha existido siempre, con el tiempo, ha pasado de ser objeto de condena en muchas creencias (Jesucristo califica en varias ocasiones de hipócritas a los fariseos y escribas) a ser considerada por algunos moralistas de la actualidad, cuando no una cualidad plausible, al menos si como una serie de reglas para valerse por el mundo.

   Nos encontramos inmersos en la hipocresía bajo todas sus formas, hipocresía "sensu stricto", doble moral, simulación, disimulo, mentira, autoengaño... Tenemos buenos maestros en nuestros lideres y nace de nuestro propio egoismo y de nuestra inseguridad. Nos la transmitimos de unos a otros por ósmosis. Es tremendamente peligrosa porque nos ciega hasta el punto de ser solo capaces de detectarla en los demás y no en nosostros mismos.

   Por tanto quiero dejar claro desde este momento que YO SOY UN HIPÓCRITA (lo digo sin hipocresía), aunque; ciego, solo puedo distinguir en mí unos pocos rasgos atribuibles a ese vicio y, por supuesto, no los voy a declarar porque me quedaría inerme ante el resto de los mortales; prefiero dejar que sean estos quienes me desenmascaren. 

   Ignoro como se sentirán los demás en esta circunstancia, pero puedo asegurar (sin hipocresía) que yo no me siento cómodo. Tengo suficiente edad como para que mi moral respecto a este tema se encuentre más cercana a la bíblica; que es la que aprendí de mis mayores, que a la de la actual condescendencia con tan feo comportamiento. Creo que, a pesar de la justificación de pensadores y gobernantes todo tiene que tener sus límites. No se puede justificar la conducta hipócrita igualmente en cualquier individuo, para todo tipo de actividad y en cualquier circunstancia y ocasión. 

   En el terreno de lo social, concretamente en todo lo relacionado con la Sanidad y sus prestaciones con cargo al Estado y, de forma aun más concreta en la Atención Primaria; que es lo que nos atañe, no me siento capaz de justificarla en modo alguno.

   Es más, cada vez somos más las voces disonantes, que mantenémos una postura crítica no solo con los aspectos de la Salud Pública de los que son responsables los Estamentos Gubernamentales, sino con aquellos que son responsabilidad directa nuestra. 

   Cada vez "se nos ve más el plumero". Ya nadie confia en nada ni en nadie y menos en aquello que viene impregnado de la pátina del corporativismo. Bertold Brecht. dijo que "Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad".

   Quiero pues hacer mi modesta contribución a despertar las conciencias adormecidas por la hipocresía en Atención Primaria. Podría hablar largo y tendido sobre este sangrante tema (actividades preventivas, conflictos de interéses, medicina basada en la "¿evidencia?", industria farmacéutica, demagogia corporativa) pero me voy a limitar a formular dos preguntas a modo de ejemplo, a las que me permito dar respuesta según mi criterio y que cada cual exponga el suyo:

    ¿POR QUE NO HEMOS LLEVADO A CABO AUN UNA HUELGA INDEFINIDA?

   Con la fuerza que tendriais todos unidos... Podríais conseguir lo que quisiérais... Escuchámos frases como estas a menudo de nuestros sorprendidos interlocutores cuando, ante nuestras continuas quejas por el abandono en que nos tienen las Autoridades Sanitarias, cuando no se les ocurre alguna nueva forma de tortura que deteriore un poco más nuestra situación y nos haga perder algún nuevo logro anterior, no somos capaces de mover un solo dedo.

   Pongamos por ejemplo un asunto que, a fuerza de docil asunción, nos hemos autoconvencido fálsamente de su caracter baladí; el de la plétora burocrática, del que no dejámos de quejárnos de que ocupa CASI LA MITAD de todo nuestro tiempo disponible; a mi personalmente me parece un problema de suma importancia. El hecho de no haber luchado con más contundencia e insistencia para su resolución hace sospechar que más de uno no se encuentra del todo a disgusto con el tiempo de "relax neuronal" que proporciona esa tediosa y rutinaria actividad, a la par de su función de pretexto para hacer dejación de otras actividades más laboriosas y comprometidas (piensa mal y acertarás).

   Las huelgas sanitarias son muy impopulares es el argumento más defendido. Pero ¿cómo han de ser impopulares?; la gente no es tonta, y si la tabla de reivindicaciones contiene sinceras propuestas para mejorar la situación de la sanidad pública, tendrémos todo su apoyo. La verdad es que nuestras reivindicaciones son en el fondo de caracter egoísta, pero hemos perfeccionado el arte de la hipocresía; y del camuflaje, rodeandolas de auténticas reivindicaciones de tipo social. Si de verdad nos las creyeramos, cada una de las huelgas emprendidas se hubiera continuado hasta culminar con un éxito seguro. Si no ha ocurrido así es porque las más "firmes convicciones" se doblegan cuando te tocan el bolsillo. No se entiende que por algo que te importa tanto estés dispuesto a sacrificar tan poco. No recuerdo que compañero nos autodefinió una vez, creo que con acierto, como un colectivo casposo, a lo que yo me permito añadir "y pringoso".

   La siguiente pregunta ni siquiera me voy a molestar en responderla. Tiene que ver con la convicción,  manifestada por todos reiteradamente, de necesitar al menos diez minutos por paciente. En el mismo video de los Seis Minutos implicitamente queda claro que seis no es suficiente. Entonces...

¿POR QUE LA MAYORÍA SEGUIMOS PROGRAMANDO EN NUESTRAS AGENDAS POR DEFECTO SOLO CINCO MINUTOS POR PACIENTE?

 Alfredo Falcó Sales, 2012