09 octubre, 2012

In arte ars medica II. Le malade imaginaire


   Para una ejemplificación de Moliere y la medicina tan ilustrativa es Le medecin malgré lui como, la que ahora presento, Le malade imaginaire. Ambas obras tienen mucho en común: conflicto de intereses amoroso, padre burlado, médico falso y falso boticario y, sobre todo, mofa de la profesión médica intercalando un sinfín de frase en latín macarrónico. Todo ello con un lenguaje vivaz y jocoso y situaciones de enredo no por sencillas e inocentes carentes de ingenio.

   Si alguna diferencia hay que señalar es que en la presente obra la figura del padre burlado y el falso médico coinciden en el mismo personaje; Argan, un hipcondríaco con bastantes pocas luces, por demás señas, hasta el punto de dejarse convencer para hacerse médico el mismo; haciendo suyo bueno el aforismo "el médico que se trata a si mismo tiene a un tonto por paciente". Todo ello tras habersele sometido a un engaño para hacerle desistir de la idea lúcida y practica, a su conveniencia, de casar a su hija con un médico sobrino de médico e hijo de boticario, y asi tener asegurada asistencia médica continua y botica a bajo coste.

   A mi entender la obra contiene dos momentos gloriosos, en cuanto a la sátira contra la profesión médica; que es lo que especialmente interesa aquí.

   Uno es aquel en que el doctor Diafoirus; presunto futuro consuegro de Argan, le confiesa a éste, en un alarde del mayor cinismo, que prefiere tener entre su clientela a la gente del pueblo que a la alta burguesía porque, según sus propias palabras: "Si he de deciros la verdad, nuestra profesión al lado de esa gente grande es muy desairada. Yo he preferido siempre vivir del público. Es más cómodo, más independiente y de menos responsabilidad, porque nadie viene a pedirnos cuentas; y con tal que se observen las reglas del arte, no hay que inquietarse por los resultados. En cambio, asistiendo a esos señorones, siempre se está en vilo, porque apenas caen enfermos quieren decididamente que el médico les cure".

   El otro es el falso examen al que someten al protagonista los componentes de una caravana de gitanos haciendose pasar por un consejo de médicos, para conseguir su nombramiento como tal. La solución de Argan a los pacientes problema que le proponen es siempre la misma: "Clisterium donaré, postea signaré, en suitta purgeré" que no significa absolutamente nada en un latín, por supuesto, inventado.

   Esto trae a mi memoria la celebre lección de medicina que Pedro Saputo; protagonista de la novela homónima de Braulio Foz (1791-1865), recibe de su maestro, só metche Omella, y me permito transcribir a continuación:

...Pero sabe, Juan de Jaca (nombre falso de Pedro Saputo), mi muy dilecto discípulo, que Villajoyosa es teatro de prueba para un médico. Muchos marinos, como puerto de mar; calor en la sangre, afrodisis en los alimentos, pubertad precoz, amores tempranos, pasiones tirantes y vejez anticipada. Sangría, vomitorios y purgas a los jóvenes; vomitorios, purgas y sangría a las personas de media edad; purgas, sangría y vomitorios a los viejos; luego sudoríficos a todos, tinturas analépticas y dieta amorescente. Pero sobre todo ten presente que la sangre es el mayor enemigo del hombre; despues entra el amor. Por eso en esa villa hay lo que hay, como llevo dicho. Y buenos que los tengas, y a los que te consulten, dieta y separatio tori absoluta desde San Miguel de Mayo a San Miguel de Septiembre. Esto, ya se ve, no lo harán, se extenuarán, caerán, morirán; pero el médico ya se salió por la puerta. Muerase en hora buena el que morirse quiera. ¿Pago las visitas?, pues requiescat in pace. El médico lo ha muerto; requiescat in pace. Fuera de que, hijo mio, todos según el poeta, sedem properamus ad unam (caminamos al otro mundo). Y hecho debidamente nuestro oficio, que el enfermo se muera del mal o de la medicina, el timpano de los coribantes (que es tocar la zambomba y hacer ruido). Si se te ofrece algún caso fuerte, audaces fortuna juvat (a los audaces les ayuda la fortuna): sangre y más sangre, que, como dije, es nuestro mayor enemigo; y después, suceda lo que suceda, el timpano susodicho, y si el enfermo muere, requiescat in pace...


   En fin, una obra muy recomendable para el público en general y, tratandose de médicos, aquellos que no tengan reparo en ejercitar la sana actividad de reirse de uno mismo.

   En este caso no es necesario que facilite enlace alguno porque, con los terminos adecuados, cualquier buscador os mostrará un buen numero de resultados tanto del original en francés como en español.



   A diferencia de Le medecin malgré lui esta obra fue originalmente creada por Moliere con sus numeros musicales integrados. Para lo cual recurrió a Marc-Antoine Charpentier para la música de los intermedios; al final de cada acto, y la de la entronización de Argan, además de la pequeña pieza que los enamorados cantan al principio del segundo acto. Los ballets que se representan igualmente en la obra le fueron encargados a Pierre Beauchamp. Interesados consultad el comentario.

 Alfredo Falcó Sales, 2012

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