31 mayo, 2016

La Cartera (de Servicios) siempre llama más veces


   Un compañero de trabajo, al parecer inexplicablemente impresionado  por mis anteriores publicaciones, me ha estado animando reiteradamente, tentando asi a mi algo maltrecho ego, a que volviera a escribir en este blog mio.

   Casualmente a este mismo compañero, en Reunión de Equipo, le tocó informarnos sobre la Cartera de Servicios, el nivel de objetivos conseguidos, la comparativa con el resto de Centros de La Comunidad y sobre todo; dado el entusiasmo con que el citado colega enfrenta todos los asuntos, afearnos aquellos servicios en los que no hemos conseguido los objetivos pactados, y animarnos a tomar las medidas para mejorar en el futuro.

   Asisto con poca frecuencia a las reuniones de equipo. A menudo coincide con que estoy de turno de avisos a domicilio o de urgencias, o sencillamente un dia de excesiva demanda en la consulta, que me impide hacerlo. En otras ocasiones decido no acudir y dedicarme a otros menesteres de mi actividad laboral, por la sencilla razón de que los temas que se tratan en esas reuniones me parecen irrelevantes para mi ejercicio profesional, para mi buena praxis, para beneficio directo del paciente y/o para mis reivindicaciones laborales (nunca olvido mi condición de simple asalariado).

   De las distintas reuniones de equipo, dentro de las monográficas, las que menos soporto son las que se ocupan de la Cartera de Servicios, denominación desafortunada; que si no me falla la memoria, se adoptó hace unos veinticinco años, y que no puedo evitar asociar con la imagen de un rollo de papel higiénico dentro de un portafolios.

    En esas contadas ocasiones en que acudo a las reuniones de equipo consigo mantenerme callado la mayor parte el tiempo, porque sé que si abro esta boquita será para lanzar sapos y culebras y no quiero que venga mi mamá a lavarmela con estropajo y lejía. Sin embargo el día a que aludía más arriba, al cabo de algo más de un cuarto de hora de escuchar inconveniencias; según mi modesto entender, mientras mis compañeros permanecian imperterritos con toda su atención, simulada o real, cuando no haciendo sumisas intervenciones, no pude más y salté a mi estilo, con el consiguiente casi simultaneo arrepentimiento no por lo que dije sino por como lo dije. Pero, ¿que me pasa a mi con la Cartera de Servicios?

   Mi aversión no es infundada: Viene siendo asi desde las primeras reuniones en que el argumento básico, inequívocamente manifiesto una y otra vez, para cumplir los objetivos era el cobro de incentivos (ahora nos hemos vuelto más finos, o más cínicos, y rara vez se hace mención al tema pecuniario). No importaba si la cumplimentación de registros llevaba pareja la escrupulosa realización del servicio en cuestión; lo importante era el aspa en el cuadradito, y en eso tengo la impresión de que no ha cambiado tanto la actitud general actual.

   Por más que se empeñe La Administración , la Cartera de Servicios no evalua, ni siquiera se aproxima a ello, la labor cotidiana del profesional. Pretende ser un reflejo de nuestra actividad, cuando en realidad ésta se encuentra sometida a una demanda incontrolada de imprevisibles, imaginativos y enrevesados motivos de consulta, imposibles de plasmar inteligiblemente en el más versatil de los sistemas de registro, que a su vez resolvemos improvisando soluciones igualmente imaginativas. Para enredar un poco más las cosas sufrimos el diario bombardeo de un buen numero de "urgencias"; debiendo de poner un cuidado exquisito en detectar cuales de ellas lo son realmente. Casi siempre el numero de visitas a domicilio es mayor del que sería deseable; cada paciente atendido a domicilio ocupa diez veces más tiempo que si fuera atendido en consulta. La omnipresente sobrecarga "in crescendo" de inutiles trámites burocraticos no es intrascendente numerica y cualitativamente a la hora de entorpecer aun más el trabajo cotidiano.

   Nadie, ni siquiera yo, discute la utilidad del registro lo más exahustivo y completo posible de TODA nuestra actividad: ¿que es eso de pactar porcentajes de coberturas? Ojalá hubiera además una cámara oculta grabando todo continuamente. La explotación de esos datos sería de un valor incalculable. Pero esto es poco menos que imposible con los continuos recortes  de recursos humanos y no humanos y con un sistema informático a pedales y un paquete de aplicaciones con todas las ventanas y contraventanas, passwords y clics, capaces de provocar contumazmente todo tipo de tendinitis y tortícolis, nistagmus e incremento de dioptrías, amén de cuadros psicopatológicos emparentados directamente con la neurosis de guerra.

  Si tan importantes para La Administración son esos registros (supongo que ellos también tienen que justificar su labor ante instancias superiores), que doten de mayor automatismo y eficacia a los medios disponibles para que el humano y el tiempo que se vea obligado a dedicar a esta ingrata labor sea el menor pósible. También podrían destinar una parte del personal más "desahogado" de trabajo en la Dirección Asistencial y en la Gerencia (ninguno de estos sufren presión asistencial) a colaborar diréctamente en en estos farragosos cometidos.

  ¡Pero, si llevamos una eternidad soportando un CIAP y un CIE obsoletos que la mayor parte de las veces te obliga a inventarte, y escribirlo a mano, el motivo de consulta!. ¡Pero, si manejamos un nomenclator que nada tiene que ver con el que manejan las oficinas de farmacia que supone frecuentes idas y venidas de pacientes cabreados y notas de farmacéuticos que nos cabrean a nosotros por prescripciones supuestamente incorrectas o inexistentes. Tras más de un año de Receta Electrónica, seguimos sin resolver las clásicas excepciones: Visado de inspección, Sindrome Tóxico, medicación extranjera, ISFAS, ADESLAS, MUFACE. Y, por supuesto, la Especializada sigue sin entrar en el juego.

  ¡Por favor! Hace más de tres años que utilizo warfarina como anticoagulante oral, en determinados pacientes, con notable éxito (por algo será el más utilizado a nivel mundial), con la promesa de los responsables informáticos de que se introduciria en el protocolo de TAO (Terapia Anticoagulante Oral) en breve y aun tengo que seguir editando "a pelo" el documento de Word de la hoja de tratamiento para facilitarsela con un aspecto decente a mis pacientes.

   Ante esta "Feria de los Despropósitos", hace ya tiempo que a modo de vacunación antiesquizofrénica, senté para mi coleto dos preceptos básicos: El primero es que me debo a mi paciente, al que doy la consideración de "jefe tácito", por más que sea el causante directo de la presión asistencial que sufro a diario. El segundo es que gran parte del creciente malestar que vengo sintiendo a lo largo de casi cuarenta años de ejercicio profesional deriva de la gestión de mis superiores en la Administración Sanitaria, cuyos miembros viven en otra dimensión. Asi lo he comprobado una y otra vez observando la metamorfosis ideológica que experimentan aquellos que a lo largo de los años han pasado de ser mis compañeros en "las trincheras" a mis jefes en "la moqueta". Más aun: los que no la experimentan suelen durar un suspiro en el cargo.

   Surge como reflexión la paradoja de que trabajando en promover y recuperar la salud de los demás, en las condiciones en que lo hacemos, ponemos en peligro nuestra propia salud principalmente psíquica, sin entrar a considerar en que medida repercute en la salud física y global. Esto no parece preocupar mucho a nadie, incluidos nosotros mismos.

   Lo de que nuestros usuarios tengan factores de riesgo como hipertensión, hipercolesterolemia, tabaquismo, obesidad, osteoporosis, etc. O enfermedades tan prevalentes como diabetes, EPOC, artrosis, embarazo..., es casi meramente incidental comparado con aquello por lo que en realidad demandan nuestra atención una buena parte de ellos, que está muy directamente relacionado con padecer de senectud, soledad, sutil maltrato, explotación laboral, paro, falta de recursos, familia en crisis, degradación medioambiental. Por supuesto que un simple cambio de valores y de tácticas de abordaje no va a poder resolver estos problemas, pero la grandeza del ejercicio de la medicina se ha fundamentado desde siempre en su doble vertiente científica y humanística y no podemos "escurrir el bulto" ante estas implícitas demandas, máxime cuando sabemos que ninguno de estos usuarios recibiran la atención y el apoyo institucional debidos para sobrellevar sus malparadas vidas, a no ser que tengan la "fortuna" de que un familiar muera en atentado terrorista o en un accidente masivo. (Vease mi articulo Muertos de Clase Turista)

   Aunque a La Administración se le llena la boca de elogios a la labor de la Atención Primaria, a la hora de la verdad cada vez sufrimos más recortes de recursos en favor de la  altamente técnificada Medicina Hospitalaria y nos delega la responsabilidad sobre la "morralla asistencial" que nadie quiere.

   Pocos diagnósticos brillantes vamos a llevar a cabo y tampoco vamos a poder asumir el seguimiento integral de determinados pacientes, mientras sigan sin facilitarsenos los medios adecuados. Pero disponemos de unas herramientas inapreciables: tiempo, accesibilidad y confianza.

   Podemos dedicar el tiempo que consideremos oportuno a un determinado paciente de forma puntual; aunque ese día en cuestión se incremente la ya habitual demora en la consulta. Y podemos citar a los pacientes tantas veces como estimemos necesario con cortos periodos de intervalo entre cita y cita. La confianza que nuestros pacientes tienen depositada en nosotros se manifiesta por el hecho de no ser anecdotico que nos piden el visto bueno ante un diagnóstico o un tratamiento del especialista, o para dar su consentimiento ante determinada prueba complementaria que aquel ha solicitado.

   Lo mejor que podemos hacer: utilizar esa pequeña parcela de poder de que nos dotan esas herramientas en beneficio de esas otras humanísticas demandas; me consta que nos encontrámos en una posición privilegiada para facilitar un poquito más de felicidad a nuestros pacientes; negarselo sería inhumano. Si ello supone utilizar todo el tiempo disponible (recordad lo muchisimo de acuerdo que estámos todos con los DIEZ MINUTOS POR PACIENTE) independientemente de la labor médica al uso, para escuchar, para alentar, para hacerse entender, para hacer comprender..., aunque sea en detrimento de los puñeteros registros, o de las dudosamente útiles reuniones de equipo, lo doy por bien empleado.

   Para mi, cumplir con la Cartera de Servicios a menudo supone la sumisión a unos criterios de valoración inexactos e injustos de mi labor profesional y una perdida de tiempo en detrimento de las auténticas y complejas demandas de nuestros usuarios; los cuales curiosamente no han participado ni mucho ni poco en su elaboración, y si lo ha sido por unos gestores que dan continuas muestras de que les importamos bien poco.

   En una ocasión, hace muchos años, "conseguí" cobrar cero pesetas (ved si estoy hablando de hace años) de incentivos  y en el resto de ocasiones vengo siendo de los que más baja remuneración por ese concepto perciben. Por supuesto, mientras todo siga igual, no podré dejar de sentir que mi labor profesional está injustamente infravalorada y eso, lo reconozco, si que escuece un poco. El dinero no me importa tanto: sentir que estás haciendo lo que crees correcto, incluso en contra de lo establecido, no tiene precio.

2 comentarios:

Juan Francisco Jiménez Borreguero dijo...

Gracias compañero por regalarnos esta nueva entrada -que algunos hemos extrañado bastante- , pues siempre son reconfortantes y estimulantes tus palabras porque expresas magistralmente lo mismito que sentimos muchos compañeros, y solo por eso resultan hasta terapeuticas.
Personalmente siempre pensé que los denominados incentivos son las “30 monedas de plata”con la que nos quiere comprar “el sistema”, y de paso mantener la fachada de equipo uniforme y unido a todo el sistema parasitario que que se mantiene en base a la explotación de nuestro colectivo de médicos de familia así como en el engaño del paciente, que desconoce la realidad asistencial.

En mi blog "Humanismo medico vs burocracia", traté tambien este tema, en esta entrada que te invito a visitar:
¿ Para que sirven las "reuniones de equipo" en los Centros de salud ?
http://humanismomedico.blogspot.com.es/search?q=reuniones+de+equipo

Alfredo Falcó Sales dijo...

Yo no lo hubiera expresado mejor. Voy a leer la referencia que me indicas. Por cierto que recientemente he visitado tu blog y he hojeado tu recien editado libro por el que te felicito.